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28/1/08

Intertextualidad entre La Odisea y El canto de las sirenas

1. Introducción

El motivo de la presente comunicación consiste en analizar la relación de intertextualidad entre La Odisea de Homero y El canto de las sirenas de María Corti, a fin de descubrir si la sed de conocimientos de Odiseo evidenciada por la relación con las sirenas se traduce de manera análoga en la actitud de Basilio, el personaje de El canto de las sirenas, tomando en cuenta para ello el marco político y social en el que ocurren los hechos en cada obra. La problemática en la que podría sintetizarse la interpretación propuesta para estas cuestiones puede expresarse en una pregunta: ¿Puede considerarse a Basilio un héroe caracterizado por la mesura, como Odiseo?

2. Desarrollo: Intertextualidad entre La Odisea y El canto de las sirenas

El concepto de intertextualidad, indispensable en la teoría literaria y base del análisis propuesto para las obras de Homero y Corti, implica la existencia de vínculos entre los textos, de modo que la creación consiste en la relación necesaria del texto creado con textos anteriores. Este “cruce de textos” fue explicado por Julia Kristeva, basándose en la idea del crítico ruso Mijaíl Bajtín:

[...] Todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la de intertextualidad, porque el lenguaje poético siempre se lee doble. (Julia Kristeva)

De acuerdo a Cesare Segre, al hablar de intertextualidad debe tenerse en cuenta hacer distinción entre las relaciones entre texto y texto y las relaciones entre un texto y cualquier otro enunciado:

Es preciso distinguir entre las interrelaciones comprobables entre los textos y los movimientos lingüísticos y temáticos y los arquetipos de cuya combinación surgen los textos por obras de sus autores.
Puesto que la palabra intertextualidad contiene “texto”, opino que esta debe ser empleada con mayor precisión para designar las relaciones entre texto y texto. Por el contrario, para las relaciones que cualquier texto mantiene con todos los enunciados en la correspondiente cultura y ordenados ideológicamente, propondría hablar de interdiscursividad. (Cesare Segre)

Así, las relaciones entre La Odisea y El canto de las sirenas son relaciones de intertextualidad. Tomando en cuenta el análisis de Gérard Genette de los elementos intertextuales, se puede afirmar que el relato de Corti constituye un hipertexto que se basa en un hipotexto básico, la obra de Homero, y en otros hipotextos que son a su vez hipertexto en su relación con La Odisea, como es la narración de Kafka titulada El silencio de las sirenas, la cual figura como epígrafe.
En esta relación de intertextualidad, el hipertexto resultante puede modificar al hipotexto cuantitativa o cualitativamente. Podemos apreciar tanto modificaciones cuantitativas (de supresión y de adición) como modificaciones cualitativas (de ampliación y de reducción) entre las obras estudiadas.
La modificación cuantitativa realizada en El canto de las sirenas se evidencia en la supresión de dos elementos fundamentales en La Odisea, las sirenas y la compañía de Odiseo en el momento crucial de encuentro con dichas criaturas -compañía que es relegada a un segundo plano ante la fastuosidad y el encantamiento que las palabras de las criaturas producen en Odiseo, pero sigue presente y evita la perdición del basileus-, y en la adición de elementos como la gruta y sus pinturas, que obran un papel de reemplazo de las sirenas de La Odisea.
Las modificaciones cualitativas, por otra parte, se evidencian en la amplificación de la soledad de Basilio -que es presentada como algo determinante y permanente en el personaje, a diferencia de la soledad de Odiseo, que proviene del saberse alejado de su tierra y su esposa Penélope-, de su ambición de conocer y su gusto por la aventura marítima – gusto presente también en Odiseo, pero caracterizado por la prudencia y limitado por las ansias de volver a su Itaca natal-, y en la reducción del poder del protagonista y de su mesura, lo cual acaba llevándolo a su muerte.
De acuerdo a los aspectos mencionados anteriormente, podemos centrar el estudio de ambas obras en dos aspectos principales: el poder de ambos protagonistas, relacionado con la situación histórica y la posición social de los personajes, y los rasgos más distintivos de sus personalidades, incluyendo su relación con los otros individuos y el ansia de conocer.
Analizar la configuración de poder en la que se ubican los protagonistas permitirá estudiar el marco histórico político en el que se desarrollan los hechos.
Odiseo es, ante todo, un rey, un basileus*, un héroe aristocrático y guerrero perteneciente a la época posterior a la caída de lo micénico y la soberanía del Ánax, antiguo rey divino y mediador que concentraba el poder (arkhé) en su figura. En la época de Odiseo, la formación para la guerra se basaba en los hippéis, guerreros a caballo o carro entre los cuales la importancia radicaba en el thymos, la virtud expresada en coraje, valentía y pasión.

M.I. Finley escribe al respecto:

“Guerrero” y “héroe” son sinónimos, y el tema principal de una cultura de guerreros está construido sobre dos notas: valentía y honor. La primera es atributo esencial del héroe, el segundo es su objetivo principal. (Finley, 1961, p. 126)

En la sociedad jerarquizada de la época, y ante la desaparición del Ánax que concentraba el poder, eran estos hippéis aristócratas los que poseían el derecho a participar en la vida política. Así, aunque el pueblo (demos) en su totalidad no tenía acceso a la política, ya no había una figura única que concentrara el poder, y la arkhé era detentada por unos pocos aristoi (los mejores entre los mejores), los guerreros de naturaleza aristocrática que se caracterizaban por ser homoioi entre sí, es decir, semejantes.
Jean-Pierre Vernant sintetiza las características de los hippéis en su obra Los orígenes del pensamiento griego:

Los hippéis, los hippobotês, definen una elite militar y, a la vez, una aristocracia terrateniente, ya que la imagen del caballero asocia el valor en el combate, el lustre del nacimiento, la riqueza en bienes raíces y la participación de derecho en la vida política. (Vernant, 1992, p.58)


Así, en la vida política los hippéis se enfrentan con palabras mediante discursos, y forman es esa sociedad jerarquizada un grupo de semejantes, un grupo de homoioi.
Odiseo ocupaba este rol en la sociedad, el de una figura de autoridad que era, sin embargo, semejante a otras de su misma posición como Aquiles o Agamenón. Mientras que en La Ilíada la relación de semejanza es evidente pues se encuentra entre pares, en La Odisea se manifiesta principalmente su naturaleza de aristos ante sus compañeros, que no son aristócratas, su excelencia (areté) como guerrero y hombre, a la vez que su precariedad ontológica cuando se lo compara con los seres de calidad divina.
Basilio, por el contrario, no ostenta esa especie de poder político. Pintor modesto en Otranto, luego de crear al fresco la imagen de la Aghia Sofía por un encargo que le realizara el hegúmeno del cenobio basiliano de San Nicola di Càsole, triunfa como artista. Alcanza la excelencia en su arte, como Odiseo encarna los valores de la areté, pero a diferencia del héroe homérico, Basilio no detenta por ello poder, ni alcanza el respeto de la gente otrantina. Es su posición social la que determina el aprecio de sus contemporáneos: mientras Odiseo, basileus, guerrero con función soberana que establece y mantiene el orden, ocupa una “posición de clase” que, de acuerdo a Finley, es el factor determinante principal en la acción de los héroes individuales; Basilio, por otro lado, al ser artista es un partido que resulta indeseable y poco confiable; caracterizado por una inconsistencia, produce aprensión en el pueblo:

Los pensamientos de la gente iban a plena vela: este pintor, hijo de dos del lugar como ellos, había volado sobre la ciudad más alto que un águila: ahora bien, ya se sabe perfectamente que quien vuela demasiado alto al final ha de caer. Además, helo allí llevando una existencia totalmente fuera de las normas, vamos. [...] Tarde o temprano no podía dejar de ocasionar líos, y ellos estaban a la espera. (Corti, 1998, p.77)


Aunque ambos personajes tienen sed de conocer, y esa curiosidad se trasluce en el emprendimiento de aventuras, el motor que los mueve es distinto, así como la manera en la que los dos se relacionan con el mundo. Así, si Odiseo es un héroe que socializa y ordena en virtud de su posición social y su prudencia, Basilio es alguien extraño en la población, casi un extranjero que permanece apartado.
Odiseo, desde su posición aristócrata, se relaciona efectivamente con hombres y divinidades, a pesar de la sensación de ajenitud que lo embarga debido a la distancia que lo separa de su esposa Penélope y, fundamentalmente, de su tierra, asiento del oikos, que es la propiedad-hogar entendida como posesión y conexión con el pasado familiar, base de la estructura económica, social y política en la sociedad homérica. Así, si bien la soledad lo caracteriza -y se puede notar claramente en su melancolía ante el alejamiento de su patria mientras permanece en Ogigia, la isla de Calipso-, Odiseo no permanece apartado de los hombres, y los vínculos que establece tienen estabilidad. Su relación con Penélope es el máximo exponente de esta afirmación, y es, asimismo, uno de los móviles que lo mantienen en marcha.
Las relaciones que Basilio establece son escasas, y aunque no pude calificárselas como efímeras, puesto que su lazo con Cosima evidencia lo contrario, se caracterizan por ser distantes. Lo que mueve a Basilio no es en modo alguno la vuelta a la tierra y recuperación del oikos que se ve amenazado por los pretendientes que se comportan como villanos. Basilio está marcado por los símbolos de la seducción intelectual que persigue a los hombres, a la que él mismo se refiere al recordar una canción grica basada en una leyenda popular salentina:

A manera de recuerdo quedó una narración oral que pasó de boca en boca, de roca en roca, de pueblo en pueblo y terminó en una canción grica, que recordaba a las gentes que los hombres marcados por un signo fatal eran los únicos que podían encontrarse con las sirenas dado que ellos pertenecían más al Hado marcador que a sus propias vidas. Había algo oculto a lo que uno se acercaba sólo con peligro de muerte, y la muerte nacía de un amor especial a aquel algo oculto, al que sólo se aspiraba si se estaba marcado: un navegante, un poeta, un suicida. Esto decía el canto grico. (Corti, 1998, p.76)


Y aunque esta sed de conocimientos que se percibe en Basilio se encuentra también en Odiseo, puede distinguirse una diferencia fundamental, que radica en el papel que la moderación juega en el personaje homérico. Sólo al encontrarse con las sirenas olvida Odiseo su nostalgia y su tierra; es seducido por el canto de estas criaturas con dotes adivinatorias y se pierde en el deseo por descubrir en sus palabras lo que está oculto, vedado. Esto mismo puede apreciarse en el efecto que el descubrimiento de las pinturas en la gruta produce en Basilio: el enajenamiento y olvido del personaje que descubre hechizado tiene la capacidad de trascender sus límites y descubrir lo que para él permanece escondido.
Pero mientras Odiseo se caracteriza por su prudencia, la mesura (sophrosyne) que se refleja en la preparación anterior al encuentro con las sirenas –aconsejado por Circe, el héroe griego unta con cera los oídos de sus compañeros para evitar que sean seducidos por las palabras de las sirenas, y les indica que lo aten al mástil, previniendo así su perdición-, en Basilio puede señalarse la desmesura (hybris), que lo hace actuar imprudentemente y desatender los consejos que le dan los pescadores. Mientras Odiseo, aún en la soledad frente a las monstruosas sirenas, cuenta con el resguardo de los tripulantes de la nave que se encargan de apretar más las cuerdas, Basilio se enfrenta solo a lo desconocido, precipitadamente, y halla en eso su fin.
Sin embargo, más allá de esta diferencia primordial, puede afirmarse que ambos personajes consiguen, al final, lo buscado: Odiseo vuelve a Itaca y recupera su cargo y Basilio, cuya vida estaba marcada por el signo fatal de la búsqueda intelectual, consigue descubrir lo oculto, aunque en el proceso de descubrimiento muere, víctima de su ambición e imprudencia.

3. Conclusión

A partir del análisis intertextual entre La Odisea y El canto de las sirenas realizado anteriormente, podemos llegar a la conclusión de que Basilio no es un héroe caracterizado por la mesura, la sophrosyne, sino que sus actos se caracterizan por la hybris, el descomedimiento. Tanto en el personaje de Corti como en Odiseo está presente la sed de conocimientos, y ambos alcanzaron la excelencia (areté). Sin embargo, mientras Odiseo, como héroe guerrero y aristócrata que tiene poder sobre aquellos seres que no pertenecen a su misma posición de clase, ejerce su autoridad sabiamente y con mesura, prudencia que caracteriza también su actitud ante los dioses, entes de mayor calidad ontológica, y la posibilidad que le es ofrecida por las sirenas de conocer lo oculto, Basilio, artista que permanece apartado de la población y es poco respetado por sus congéneres debido a su actividad y su actitud, actúa con desmesura ante la oportunidad de saber, ante la revelación de aquello que estuvo buscando, el conocimiento, y pierde, por ello, su vida.
Así, a pesar de las diferencias sociales y en la posición de clase de ambos personajes, puede concluirse que mientras Odiseo y Basilio comparten en común la búsqueda de lo oculto, difieren fundamentalmente en el uso que hacen de sus posibilidades, articulándose este enfoque de las obras desde la antítesis sophrosyne- hybris, siendo la primera característica la que identifica a Odiseo, que logra volver a su tierra natal y recupera el oikos y a su esposa Penélope, y la segunda característica la que define a Basilio, que por su desmesura se condena a la muerte, ahogado en el mar Malepasso al intentar escapar, demasiado tarde, del fatal hechizo que el canto de conocimiento y revelación de las seductoras sirenas ejerce sobre los ambiciosos incautos.


4. Bibliografía

-Corti, M. El canto de las sirenas. Seix Barral, 1998.
-Detienne, M. Los maestros de verdad en la Grecia arcaica. Madrid: Taurus, 1986.
-Finley, M.I. El mundo de Odiseo. Máxico: Fondo de Cultua Económica, 1961.
-Homero. Odisea. Barcelona: Ediciones Altaya, 1994.
-Vernant, J.P. Los orígenes del pensamiento griego. Buenos Aires: EUDEBA, 1992.



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* En realidad, sería aventurado afirmar que los protagonistas principales de la Iliada y la Odisea son basileus. Hay interpretaciones que dicen lo contrario, señalándolos como ánax y representantes de la desaparecida civilización micénica (creo no equivocarme si menciono entre estos a Finley). Cuando yo hice este trabajo me guié por lo que había leído en Detienne y Vernant y no tenía ni idea de la otra postura. Así que el trabajo lo voy a dejar así, porque además me sigue pareciendo válido, pero es bueno tener en cuenta que no es la única interpretación posible.