Para que las generaciones futuras no tengan que pasarse horas interrogando un texto, y así sean más estúpidas (o tengan más tiempo para dormir)

24/5/09

"Axolotl" y "La noche boca arriba" de Cortázar, relatos fantásticos

“Axolotl” y “La noche boca arriba” de Cortázar, relatos fantásticos



Axolotl y La noche boca arriba presentan ambos rasgos fantásticos que se perfilan de distinta manera en la lectura. Se señalará a continuación dicha irrupción de lo fantástico en los cuentos de acuerdo al marco teórico proporcionado por Tzvetan Todorov, Rosemary Jackson y Eric Rabkin.


Axolotl

Lo fantástico en Axolotl coincide con las definiciones de lo fantástico dadas por Todorov[1]. En primer lugar, se construye a partir de medios que resultan miméticos un mundo que es pensado por el lector como un mundo de personas reales: como señala Jackson, se presenta objetivamente un mundo de objetos realistas, que en el caso de Axolotl es aquel en el que hay individuos concretos que visitan zoológicos. Un de las reglas básicas que presenta ese mundo narrativo (Rabkin) reside en la distinción entre un yo y un no-yo, lo cual se presenta claramente en la primera frase con la individualización proporcionada por el uso del pronombre personal de primera persona.

En segundo lugar, se produce un acontecimiento que rompe ese realismo por su carácter irreal, imposible de explicar por las leyes de ese mismo mundo, a las que contradice diametralmente: la afirmación por parte del narrador de su transformación en axolotl. Este hecho extraño produce vacilación en el lector, porque no se puede dar a su existencia ni una explicación sobrenatural ni una explicación natural: aunque el narrador protagonista no titubea al afirmar el acontecimiento como si fuera algo natural, el lector vacila porque no sabe si considerar que esa afirmación responde a una ilusión del protagonista (con lo cual habría una explicación natural del hecho: sería producto de la imaginación del narrador) o si aceptar esa aseveración como real (con lo cual habría una explicación sobrenatural, pero resultaría complicado entender la existencia de un escrito en primera persona por parte de un ente no humano). Esta vacilación que problematiza la figura del narrador permanece a lo largo del relato y no recibe una solución explícita; de hecho, al final las preguntas sobre el narrador reciben una suerte de respuesta, pero esta resuelta ambigua: desde el punto de vista de un narrador-axolotl que mira al hombre que supo ser como a otro, se afirma: “me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir sobre los axolotl”. De esta manera se explica la existencia del cuento, pero la figura de quien narra se desdibuja aún más, y para el lector sólo quedan interrogantes: ¿quién escribe es un hombre que anteriormente estuvo atrapado en el axolotl? En ese caso, ¿es un hombre distinto del que comienza narrando el cuento y puede volver a ocurrir lo mismo? ¿Quién se afirma atrapado en el axolotl fue un hombre tan claramente individualizado alguna vez? ¿Cuál es el límite entre el axolotl y el hombre, entre los axolotl y los hombres? En última instancia, la pregunta sigue siendo la misma del principio: ¿fue todo esto una ilusión o sugestión del que escribe, u ocurrió realmente? La vacilación, así, se mantiene, y el cuento no deriva ni en lo extraño ni en lo maravilloso.

Finalmente, como señala Todorov, el texto es fantástico porque al acercarse a él, el lector no efectúa una interpretación poética : se asume que efectivamente hubo una transformación en axolotl, sea ésta imaginaria o real (no hay una mera combinación de unidades lingüísticas no representativas, como en la poesía), y dicha transformación no admite un sentido figurado (no se explicita la posibilidad una interpretación que considere dicha transformación como una proposición de doble sentido, como en la alegoría).

En cuanto al aspecto semántico de Axolotl, en el tema postulado podría leerse un enfoque desde el tema del yo propuesto por Todorov y aceptado por Jackson[2]. Como señala Todorov, hay un cuestionamiento de los límites entre materia y espíritu, que deviene en el tema principal del cuento: la ruptura del límite entre sujeto y objeto que se presenta en la forma de una metamorfosis o cambio de cuerpo del hombre con el axolotl. Esto trae aparejado, asimismo, cierta multiplicación o expansión de la personalidad.

En cuanto a los límites entre materia y espíritu, se permeabilizan, se rompen, y se vuelve posible el hecho de que un hombre pase a ser axolotl: desde Jackson, podría decirse que se subvierte la delimitación específica entre ambos conceptos, señalándose una íntima vinculación entre ambos, de modo que es posible que se rompan también los límites entre el sujeto y el objeto, que el observador y lo observado pasen a ser uno:


Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.


La subversión no sólo se limita a la relación entre materia y espíritu, sino también a la individualización del narrador: «el yo se convierte en yoes»[3], se pasa abruptamente del yo inicial de un hombre a un nosotros que implica a la colectividad de los axolotl: “A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho. Finalmente, podría señalarse que en el tratamiento de este tema en Axolotl cobra especial importancia la percepción vinculada con la mirada (la única vinculación posible entre hombre y axolotl es ésta).

Desde Jackson, se podría concluir que en el aspecto semántico estos temas señalados apuntan, en última instancia, a un cuestionamiento sobre la otredad en tanto aquello que «amenaza con la disolución de este mundo»[4] a partir del desdibujamiento completo entre el yo y el no-yo que se produce al fomentarse su unidad e indiferenciación:


Una de las estocadas fundamentales del fantasy es el intento de borrar esta distinción misma, de resistirse a la separación y la diferencia, de re-descubrir la unidad entre el yo y el otro.[5]



La noche boca arriba

En este relato, al igual que en Axolotl, se construye un mundo que el lector considera como real, quedan de lado las interpretaciones poéticas o alegóricas, y ocurre un hecho extraño que hace vacilar al lector porque no se le puede atribuir ni una explicación natural ni una sobrenatural, por lo que se puede afirmar que presenta rasgos fantásticos, tal como señala Todorov.

El relato comienza con la creación de un mundo con tecnología contemporánea (en cuanto a los transportes y al sistema sanitario), que permite que el lector lo identifique como análogo o mimético al mundo en el que vive. En ese mundo, el hecho extraño radica en la paulatina confusión entre el territorio del sueño y la realidad, cuyos caracteres se problematizan: contrapuesto al mundo contemporáneo, se presenta el de los motecas en el ámbito de la guerra florida propulsada por los aztecas; si al principio el primero se presenta como el real y el segundo el ficticio, al final habrá una inversión. La vacilación, que se encuentra tanto en el lector como en el personaje, se presenta en el momento de esa inversión: deviene de la identificación que siente el lector entre su mundo y el del motociclista, lo cual lo lleva a asumir que ése es el real, y de la afirmación que contradice las expectativas al afirmar que ése mundo no era más que un sueño “absurdo como todos los sueños”.

Desde el aspecto semántico, se destaca el tratamiento del tiempo y, como ya fue dicho, al problematización de la vigilia y el sueño (la ficción y la realidad), temas que pueden vincularse con los temas del yo[6], y con la interpenetración del mundo físico y espiritual.

Del tiempo se produce una transformación. La sorpresa del lector, efectivamente, se vincula con la ruptura del orden cronológico de los acontecimientos: “pasado, presente y futuro pierden su secuencia histórica y tienden a la suspensión, a un presente eterno”[7]: el mundo con el que el lector se identifica, futuro en cuanto a la civilización precolombina, se presenta como un sueño de un moteca, acontecimiento que resulta extraño, pero es presentado como real.

La problematización del espacio del sueño y de la vigilia apunta a una subversión de ambas consideraciones (a partir del cuestionamiento sobre los límites) que se establece a partir de “pistas” ofrecidas por el texto, vinculadas sobre todo con los sentidos (los olores). Se destaca fundamentalmente el cambio de valoración de ambos términos: si al principio la amenaza buscaba ser relegada a lo otro (el sueño), y la vigilia se presentaba como espacio de refugio, alivio o consuelo, finalmente se descubre lo amenazante en la vigilia (en el yo) y se demuestra que el sentimiento de protección no era más que un sueño. Esto apunta, como fue señalado, a esa subversión de ambos “espacios”, así como también a una interpenetración de los mismos.





[1] Todorov, T. , Introducción a la literatura fantástica, p.34 y 44.

[2] Parecería haber un “juego” con los dos temas propuestos por Todorov y aceptados por Jackson (temas del yo y temas del tú o no-yo), pero podría considerarse que prevalece un enfoque desde los temas del yo por los siguientes motivos: aunque hay una presentación del deseo vinculado con una experiencia de los límites (una obsesión), y aunque a partir de ese deseo se hace referencia a la crueldad (“esas caras aztecas, inexpresivas y de una crueldad implacable”) y a un cierto vampirismo («Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos, en un canibalismo de oro”), dicho deseo no es de índole sexual, como ocurre en los temas del tú (Todorov, p. 151 y 165); la relación del hombre con su deseo no genera una acción sobre el mundo circundante, sino que, al contrario, mantiene una posición pasiva de observador aislado (Todorov, p.166); y finalmente, el “tema del discurso”, característico de los temas del tú, se haya ausente porque se presenta como imposible: el hombre no es capaz de comunicarse mediante el discurso con los axolotl (“ninguna comprensión era posible”, “incapaces de expresión”). Además, podría señalarse, aunque Todorov jamás habla de esto, que el deseo no se dirige a una relación dinámica con otros hombres, sino a un no-hombre (“absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano”).

[3] Jackson, Fantasy, p.48

[4] Jackson, Fantasy, p.55

[5] Jackson, Fantasy, p.49

[6] Todorov, T. , Introducción a la literatura fantástica, p.142.

[7] [7] Jackson, Fantasy, p.44