Para que las generaciones futuras no tengan que pasarse horas interrogando un texto, y así sean más estúpidas (o tengan más tiempo para dormir)

4/12/09

Extensísimo y poco respetuoso resumen de la Eneida

Extensísimo y poco respetuoso resumen de la Eneida
por Bárbara Iansilevich, Emilia Carabajal, y Gad
(Si te estás macheteando para la facultad, te recomendamos que de todos modos leas a Virgilio, por supuesto.)


ENEIDA
LIBRO I

V. 1 al 5: Entre paréntesis aparecen cuatro versos de autenticidad dudosa.
Se hace patente desde el comienzo la idea de una rivalidad literaria con los poemas homéricos, dado que se habla del verso 6 en delante de armas y un héroe, los cuales recuerdan explícitamente al comienzo de Ilíada.
Se menciona recién en el Verso 17 y hasta el 22 el tema de la invocación a las musas. Virgilio utiliza la primera persona, a diferencia de Homero. (Subjetividad, yo poético, etc.)

El prólogo anticipa el material de las dos partes en las cuales se divide el libro: la primera, una Odisea virgiliana que narrará los viajes y aventuras de Eneas hasta alcanzar el Lacio. La segunda, Libros VII al XII, se concentrará en las guerras en Italia, una especie de segunda Ilíada.
El poema consta de dos objetivos:
1º. Las guerras y sufrimientos atravesados por el héroe.
2º. La fundación, u orígenes de Roma.
Ya en los primeros versos aparecen tres importantes temas: la ira de los dioses, la rectitud del héroe, y el mundo como prueba.
Comienzo in media res: los sucesos que preceden a la tempestad serán puestos en conocimiento del receptor en forma discontinua a lo largo de los Libros I, II y III.
A partir del v. 23, lucha de Roma y Cartago por el dominio del mundo.
V. 55 en adelante: Eneas, príncipe troyano, huye de la ciudad tras haber sido esta quemada por los aqueos. Ya navegando con los troyanos, despierta la persistente ira de Juno, quien los convierte en objeto de su constante persecución.
V. 80: Juno, oponiéndose al destino, solicita a Eolo que hunda las naves enemigas; Eolo inicia la confusión y el desorden a pedido de su reina Juno.
V. 133: PRIMERA APARICION DE ENEAS EN EL POEMA. Eneas, que es un llorón, comienza a lamentarse evocando el pasado y deseando la muerte ante los muros de Troya, totalmente desfallecido y sin recordar aparentemente su misión. Eneas, dice el traductor de Cátedra, es un héroe novedoso: héroe triste y dubitativo que sólo a regañadientes aceptará la carga que los hados depositan sobre sus espaldas.
V. 146: Eneas, cuan juguete de los dioses (jejeje) sufre los rigores de la tempestad. El traductor insiste en la originalidad de presentar a un héroe en el punto más bajo de sus infortunios, y yo creo que tiene razón. Un garrón la aparición de Eneas en escena.
Continúa durante versos y versos la naturaleza desatada, suprema expresión del desorden cósmico.
V. 178: Aparece en escena Neptuno, contrapartida de Eolo, reprimiendo y encadenando los vientos que este había desatado. La oposición de Neptuno y Eolo puede analogarse a la de Juno y Júpiter.
V. 203 al 212: Neptuno aplaca la tormenta. El dios marino restituye milagrosamente casi todas las pérdidas a la flota de Eneas.
V. 225: Agotados, los troyanos, procuran llegar a la playa más cercana y tuercen hacia Libia con sus siete naves, únicos restos de la flota y se tiran en la arena.
Hasta el verso 285 inspeccionan el lugar, cazan tres grandes ciervos, vuelven a las playas y chupan vino con ciervo (la pasan mal estos troyanos, ¿eh?).
V. 286: Eneas conforta a sus compañeros desempeñando sus funciones de guía y caudillo: registra el océano buscando naves desaparecidas, proporciona comida, y dirige a su flota palabras de consuelo, habla de que algún día será agradable recordar los sufrimientos pasados, tiene confianza en el futuro, y fe en los dioses. oculta sus preocupaciones tras un rostro sereno como líder responsable, e impone el orden sobre el desorden.
V. 310: Morfan, se tiran en el césped, y evocan con llantos a los caídos, a los compañeros perdidos. Eneas “gime” más que nadie. (Sic).
V. 324: Diálogo entre Júpiter y Venus.
Habla Venus, interviniendo a favor de su hijo: lloriquea y le pregunta a Júpiter qué crimen tan atroz han cometido los troyanos para merecer semejante suerte. Pide por el pueblo de Troya.
Oracularmente Venus sostiene (cito textual) “¿No son ellos el tronco de que un día brotaran los Romanos, la progenie que, a su dominio, sujetará los mares y las tierras, dueña del mundo?”.
La ruina de Troya es vinculada por los hados al surgimiento de Roma y su dominio universal. La preocupación de Venus por Eneas es maternal, pero también a causa de que a su estirpe le esté reservado el dominio del mundo. Venus acusa a Júpiter de haber cambiado de opinión. No hace alusión alguna al episodio de la tormenta.
V. 372: Habla Júpiter. El discurso de Júpiter ratifica el orden cósmico sobre el desorden encabezado por Juno. Sus palabras anticipan lo que Virgilio había anticipado en la introducción del poema al respecto del origen de la ciudad, y de los esfuerzos que supondría fundar la nación romana.
Le dice a Venus que no tema, le describe la fundación mítica de Roma, habla de Eneas, de Ascanio, de los reyes albanos, de Rómulo fundador de Roma, y de Julio César (no se refiere al dictador Julio Cesar, sino al mismo nombre que Augusto acoge luego de su adopción).
Largamente Júpiter alude a esta fundación mítica, habla de la eternidad del Imperio Romano, (Roma aeterna), de que Juno depondrá su enemistad hacia los troyanos, de la victoria de Roma sobre Grecia, y de la divinización de Augusto.
V. 432: Júpiter envía a Mercurio a que consiga que Cartago reciba a los troyanos. Primera referencia a Dido en el verso 436.
V. 444: Entretanto, Eneas pasa la noche cavilando y haciendo planes, y al primer rayo de sol sale a explorar la región. Ahí es cuando Venus se le aparece en el medio de la selva (recordar selva oscura dantesca, calculo que puede llegar a venir de ahí, dado que es una selva metafórica), y Eneas no reconoce a su madre al principio. Venus aparece con atuendos de caza. Eneas dialoga con Venus, ella le cuenta que Dido es la soberana de esas tierras, y que esta salió de Tiro huyendo de su hermano Pigmalión, un monstruo de maldad que asesina al esposo de Dido, Siqueo; una noche el fantasma de Siqueo se aparece ante Dido y le dice que huya, relatándole el crimen de su hermano.
Dido reúne unos cuantos que odian al déspota, rellena de oro las naves del puerto y se convierte en caudillo de la hazaña del éxodo, y funda Cartago.
Relata el pasado de Dido, evitando que Dido misma deba narrar sus aventuras pasadas, habla de la fundación de Cartago (licencia poética de Virgilio, ya que aparentemente la fundación de Cartago es bastante posterior a la destrucción de Troya).
Eneas le vuenta a Venus sus desventuras (aún sin reconocerla) lo cual va dirigido básicamente al receptor/lector, que hasta ahora sólo conoce fragmentos desordenados de la destrucción de Troya y el viaje de Eneas y sus flotas.
Analogía entre Dido y Eneas, obligados ambos a abandonar su ciudad en busca de una nueva patria.
V. 582: Se revela Venus (se produce la anagnórisis) y Eneas, que es un pavote, se lamenta y se frustra por no poder abrazar a su mami. Dice el traductor, y esta nota vale la pena, y la cito TEXTUAL, que “Eneas es ciertamente un hombre frustrado en sus impulsos afectivos, lo cual lo convierte en un héroe triste, ¡qué tentación para una lectura psicoanalítica!”
Yo deduzco que por eso boicotea su relación con Dido: clarísimo temor al compromiso, Eneas es abandónico.
V. 589: Eneas, reproche tras reproche, se encamina hacia los muros de la ciudad envuelto en un manto de niebla que los oculta.
Descripción de Cartago/Tirio, de su teatro, de sus columnas, de sus augustos pobladores, abejitas, sol, campos floridos, en fin, un locus amoenus cualquiera.
Se describe la urbe, rica y opulenta, mientras Eneas penetra por las calles sin descubrir su paso ante la gente (sigue en su nube de pedos…perdón, de niebla).
V. 650: Mientras atraviesa el “sacro bosque” comienza a esperanzarse, movimiento ascendente de la desesperación a la esperanza después de tanta tempestad y compañeros perdidos que su madre le pronostica que hallará vivos.
Para el colmo de felicidad del pavo Eneas, en el templo de Juno encuentra unas pinturas que recuerdan los acontecimientos sobresalientes de la guerra de Troya, lo cual lo convence de la buena disposición de los habitantes de Cartago hacia los troyanos. Mira a Príamo y llora (como llora este muchacho, en mi barrio los tipos que lloran son gays).
En este templo de la gran metrópolis suntuosa, a lo largo de sus muros se representan todos los episodios de Ilíada hasta la recuperación del cadáver de Héctor.
Mientras Eneasito absorto concentra su mirada en el templo de abrumadora belleza, entra la reina Dido, de radiante belleza, (VERSO 720), acompañada de su gran séquito.
V. 753 al 807: Habla primero el anciano Ilioneo, pide clemencia. Describe la tormenta que atravesaron. Describe la personalidad de Eneas, su rey, “hombre más justo no se ha visto, ni mayor en piedad ni en brillo de armas”.
Le solicita Ilioneo a Dido que les permita a los troyanos reparar sus naves dañadas por la tormenta, para que puedan partir hacia Italia.
Dido les ofrece compartir su reino, dice que serán un solo pueblo Tirios y Troyanos.
V. 842: Eneas, animado por las palabras de Dido, sale de su nubecita y “se yergue deslumbrador”, de cabello brillante (usa Dove), rostro sonrosado, fresca juventud, y en su mirada encanto halagador. Su brillante aparición se atribuye a la intervención de su mami Venus. El héroe aparece ante Dido como un dios.
V. 855: Eneas empieza con un largo e hiperbólico discurso de agradecimiento a Dido y le estrecha las manos.
V. 885: Deja sin habla a la pobre y estúpida Dido sólo el poner los ojos sobre Eneas, pero cuando abre la boca se larga un discursote también: reconoce la desmesura de los sufrimientos de Eneas, se asombra de estar ante la presencia de un héroe legendario, le proporciona una hospitalaria acogida (y una cogida más tarde, jejeje) y, según el traductor, marca un contraste su sereno discurso con las hiperbólicas expresiones del bolas tristes de Eneas.
V. 911: Concluye el discurso y lleva a Eneas al palacio consigo. Encarga celebrar ritos festivos, festines, banquetes, etc.
V. 926: Eneas manda a Acates hacia las naves en búsqueda de Ascanio, su hijo.
Pero Venus trama un nuevo plan: que Cupido se haga pasar por el niño Ascanio y que a la reina de amor inflame y devore con furiosa pasión. El dios se oculta bajo los inocentes rasgos del niño. (Bastante forra esta Venus, si consideramos que, siendo diosa, podía prever lo que se venía. Digna de una mala suegra su actitud).
V. 1000: Obediente iba Cupido haciéndose pasar por Ascanio al banquete.
V. 1023: La moira de Dido, viuda prematura y deseosa de un hijo, condenada ya a su fatal destino.
V. 1040: Termina el banquete, traen vino, Dido habla y solicita una ovación para Troyanos y Tirios; la noche se prolonga mientras beben y responden las múltiples preguntas de la reina.
V. 1085: Solicita Dido a Eneas que les relate sus viajes y que les narre su pasado heroico, anticipando los Libros II y III.

LIBRO II
Eneas comienza a relatar desde su alto estradota hora postrimera de Troya, narra desde el final de la guerra de Troya, cuenta la historia del caballo de Troya –que teóricamente era un regalo de los Griegos como señal de paz – y habla del cruel Aquiles.
Cuenta que Timetes, uno de los ancianos del Consejo de Príamo, aconseja (movido por su afán de venganza) que se introduzca en Troya el caballo de madera.
Laoconte se opone a entrar el caballo, dice que es una trampa, que teme a los Griegos y que duda que estos vayan a retirarse.
Consultan el Oráculo en Delfos, y este les da una fúnebre sentencia.
Laocoonte, sacerdote de Apolo, resulta elegido para el sacrificio en el sorteo.
Dos dragones/serpientes tocan la playa y se lastran a Laocoonte y a sus dos hijos. el vulgo sostiene que Laocoonte se ha merecido esta abominable pena por afirmar que el caballo es una trampa. Todos claman que la imagen debe ingresar en Troya como desagravio a la diosa resentida (Palas). Los designios divinos impulsan a los troyanos a acoger el caballo de los griegos dentro de las murallas de la ciudad. Abren la ciudad. Entran el regalo de los griegos a pesar de oir ruidos de armas en su interior.
Con la fiesta y la noche se cierra la primera parte del Libro II. A partir de aquí, comienza la destrucción de la ciudad por parte de las tropas griegas: el sueño y el vino han dejado indefensa a la ciudad de Troya.
Los caudillos griegos salen del caballo y abren las puertas de la ciudad.
Entretanto, Eneas sueña con Héctor en llanto, negro de sangre y de polvo, haciendo referencia a cuando el cadáver de este fue arrastrado por el carro de Aquiles alrededor de los muros de Troya. Eneas comienza a llorar también, y hablan; Héctor le dice que huya de inmediato, que se salve de las llamas, que el enemigo está ocupando la ciudad.
Toda la escena de Héctor y Eneas está impregnada de simbolismo, ya que Héctor se encarga de la supervivencia de Troya por otros medios, sabiendo que toda resistencia será inútil, y encomienda a Eneas, una especie de rey-sacerdote, que la salve.
Entretanto la ciudad está en llamas, envuelta en tumulto, confusión, y batalla.
Eneas despierta y empuña las armas para combatir, pensando en morir en la lucha, invadido por furor bélico e irracionalidad.
En ese ínterin, Pantus, administrador del santuario, hace entrega a Eneas de los dioses de los cuales le había hablado Héctor.
Se reúnen los hombres de Príamo, Eneas arenga a morir en batalla alegando que no quedaría ninguna salvación para el vencido.
Matan al primer griego que les sale al paso, Andrógeo, que los confunde con compañeros de él.
De repente ven como arrastran fuera del santuario a Casandra, hija de Príamo, y se describe la batalla con toda una sucesión de nombres en los que me pierdo.
Troya sucumbe ante los griegos. Eneas busca la muerte una y otra vez en esta última noche de Troya.
Los griegos ingresan al palacio real, Eneas cruza por un pasaje secreto que utilizaba Andrómaca para llegar a solas junto al rey, y sube al techo del palacio.
Ciegos de terror los habitantes se abrazan y las mujeres gritan y lloran.
Aparece Pirro frente al umbral del palacio.
Príamo se dispone a combatir, utilizando las armas de Héctor, y la reina intenta disuadirlo.
En eso un hijo de Príamo, Polites, escapa de Pirro herido ya de muerte, pero Pirro (hijo de Aquiles) lo alcanza y lo asesina delante del rey. El rey lo acusa de indigno, le dice que su padre Aquiles se comportó dignamente, no como él. Y Pirro (horrible esto!!) arrastra al rey, quién va resbalándose en la sangre de su hijo.
Entonces, por primera vez, Eneas dice sentir terror mientras observa como Pirro degolla al rey, y recuerda a su padre, Anquises, a su esposa (Creusa), y mira a su alrededor y ve que no queda nadie.
Furioso desea vengar a su patria que sucumbe, y comienza a pensar en asesinar a Vesta, pero se presenta ante sus ojos su madre Venus, como diosa, y le recomienda que vaya en búsqueda de su anciano padre y el resto de su familia, Creusa y Ascanio, señalándole que los griegos rondan alrededor de ellos y que estos sólo aún están con vida porque ella los está protegiendo.
Venus le dice a Eneas que huya.
Eneas se dirige hacia la mansión paterna a través del incendio y la batalla, buscando a su padre antes que a nadie. Pero Anquises se niega firmemente a abandonar Troya, a prolongar la vida y tener que sufrir el destierro. Le dice que huyan ellos, que tienen sangre joven, que él luchando encontrará la muerte.
Los tres (Creúsa, Ascanio y Eneas) ruegan al patriarca que los acompañe. Eneas le dice que no tiene sentido para él salvarse si su padre no lo acompaña, que lo está obligando a contemplar su hogar en llamas y a su esposa e hijo muertos, y vuelve a ceñir la espada para salir a la batalla en busca de los Griegos.
Entonces, cuando Eneas se dispone a volver al combate, ven un augurio de Júpiter. Esto, junto con otra serie de señales, convence a Anquises y a Eneas de que es voluntad divina el que no perezcan todos en Troya entre las llamas, y el padre acepta huir.
Eneas sube a su padre a sus hombros, de la mano a su hijo, detrás su esposa, y arregla con sus criados que saldrían separados, pero que se encontrarían en el templo de Ceres, a la salida de Troya.
Cuando corrían hacia el templo de Ceres, Creúsa – esposa de Eneas – se queda atrás y nunca la vuelven a ver. Eneas se pregunta si se detuvo, se equivocó de camino, o cayó desplomada, y al juntarse en el templo allí están todos menos ella.
eneas vuelve tras sus pasos en busca de su esposa, llega a su casa, la ve invadida por los Griegos, ve guardianes custodiando el palacio y el botín, ve Troya en llamas; grita en la noche el nombre de Creúsa por las calles, registrando casa tras casa, hasta que se le aparece la sombra de ella, como gigante fantasma: ella le habla, le dice que no se entregue a la locura y al dolor, que los dioses no pretenden que se la lleve como compañera, que es designio divino. Le dice que va en largo destierro, por anchos mares, y que cuando llegue a la tierra de Hesperia, allí le aguardarán la dicha, el trono, y una regia esposa, y su sombra se despide de Eneas, dejándolo en llanto.
Ya en el templo, se reúne con otros troyanos que lo acompañarían en su viaje, y para su sorpresa ve una multitud dispuesta a marcharse con él, listos a seguirlo.
Amanece, termina la última noche de Troya, y Eneas, resignado, sube con su padre a cuestas al monte.

LIBRO III
Eneas continúa relatando su partida hacia el exilio.
Los versos 18/19, aparentemente, pueden analogarse con el momento en el cual Augusto conduce a los romanos hacia el combate con Antonio y Cleopatra: dos caudillos con ayuda y protección divina dispuestos a cumplir su misión.
Eneas narra los avatares de su viaje en primera persona, siguiendo el modelo de Ulises.
Llega a la ciudad de los Tracios, desembarca, y en la playa prepara un sacrificio para Dionea. Penetra en un bosque, desgaja un arbusto y brotan de él gotas de sangre (¿No recuerda al Bosque de los suicidas en Divina Comedia?).
El arbusto le habla, y resulta ser Polidoro, que cuenta su historia: hijo de Príamo, el rey decide darlo a otro para que cuide de él, pero este otro se pasa al bando de Agamemnón y lo asesina.
Cuando Polidoro les dice que el Rey de Tracia estaba a favor de los griegos, Eneas y los suyos celebran nuevas exequias en nombre de Polidoro, y salen nuevamente hacia el mar.
Se dirigen entonces hacia el reino de Anio, rey y sacerdote, el cual reconoce a Anquises y los lleva a su mansión. En el templo escuchan de los oráculos de Apolo que han de fundar una nueva ciudad donde vivieron sus descendientes. Los oráculos son siempre ambiguos, lo sabemos. Anquises se equivoca al interpretar el oráculo, cree que este se refiere a Creta, donde nació su ascendiente Jove.
Parten hacia Creta, ya que oyen que sus costas están despobladas y sin enemigos, y que los espera la mansión vacía.
Nuevo intento de fundar la ciudad. En eso sobreviene una peste llevándose a varios de los compañeros de Eneas, y Eneas sueña una nueva visión: se presentan ante él los caídos, enviados por Apolo, y le dicen que es preciso partir, que nos es en Creta donde Apolo los quería, sino en Hesperia, llamada por su pueblo Italia.
Eneas relata esto a Anquises, Anquises recuerda que allí nació su ascendiente Dárdano, y deciden viajar a esos lugares, y abandonan Creta lanzándose nuevamente al mar.
En altamar se enfrentan ante un nuevo temporal que dura tres días y tres noches. Al cuarto día ven la tierra. (Son las islas de mar Jónico).
En estas costas, mientras comienza el banquete, se encuentran con harpías, que los aturden y ¿devoran?
Se ocultan de estas, y sólo queda una, Celeno, que enojadísima porque los troyanos comieron de sus rebaños los asusta a todos vaticinándole cosas malas y hambre. Los enéadas ruegan paz con las arpías, y vuelven al mar.
Pasan de largo Itaca, y llegan a otra playa. Navegan, bordean el Epiro, y en Butroto se enteran de que Heleno, hijo de Príamo, reinaba en una ciudad cercana, pues se había casado con la viuda de Pirro, y hacia allí se dirigen.
Se encuentran con Andrómaca, quién ofrece dotes fúnebres a las cenizas de Héctor y se desvanece al ver a Eneas. Al verlo vivo pregunta por Héctor. ¿Andrómaca está casada con Pirro?
Andrómaca le hace a Eneas un relato de la suerte que le tocó vivir, y cuenta que Heleno la entrego a Pirro como esposa. Pregunta por su sobrino Ascanio, y sollozando de emoción los lleva al palacio.
Todo en el pequeño reino de Heleno y Andrómaca evoca a Troya y al pasado.
Consulta con el rey Heleno, quien le predice que llegará a Italia, pero para entrar en ella tendrá que sufrir un poco, pues allí habitaban griegos. Relata los nóstoi de los principales caudillos griegos.
Heleno recomienda además a Eneas tomar el camino más largo, bordeando el litoral siciliano, a fin de evitar Caribdis y Escila. Le habla de los futuros peligros que le acechan. Le aconseja que implore el numen de Juno y que escuche los oráculos de la Sibila, que ella le dirá las guerras que lo acechan y el modo de evitarlas o superarlas, y le enseñará su rumbo.
Heleno le dice que tienen Ausonia cerca, Andrómaca llora por este adiós y llena de presentes a sus huéspedes al momento de la despedida.
Continúan su viaje, pasan por Ceraunio y llegan a Italia.
Se despliega ante los troyanos un mundo hostil. Los griegos presienten su presencia y les impiden el desembarco en las costas más cercanas a Grecia, la naturaleza con Etna también se opone. Siguen navegando por aguas italianas y se dirigen a las costas de los cíclopes.
Allí se encuentran con un griego que sale como un espectro del bosque, flaco y miserable, Aqueménides, que relata suplicante que Ulises lo había abandonado en Itaca, y ruega que lo dejen ir con ellos. Eneas narra que Aqueménides narra (narración en segundo grado), y este les pide que lo lleven con él y les aconseja escapar pronto, que ya venían los cíclopes a atacarlos. Narra el regreso de Ulises y su tripulación a Itaca.
¿Polifemo el de Góngora es un cíclope? Estoy muy confusa con este Libro.
Aparentemente Polifemo es un ogro conmovedor e invalido que camina como ciego y lava en el mar la cuenca de su ojo vacío.
Se asustan y rajan los enéadas. Intentan retroceder para no chocarse con Escila y Caribdis, y Aqueménides les va indicando los sitios que van atravesando.
Pasan por Ortigia y luego arriban al puerto de Drépano, donde Eneas pierde a su padre, Anquises. Se lamenta de que nadie le haya anunciado esta pérdida, sostiene que ese fue la peor de las pruebas, el triste fin del viaje. (Recordar que los funerales de Anquises no tienen lugar hasta el Libro V, esto tiene algo que ver con una alternancia entre libros pares e impares que no comprendí del todo).
Parten los troyanos de Drépano y llegan a las costas del reino de Dido, en Cartago.
Así Eneas termina su relato.

LIBRO IV
La reina tiene el alma herida por mal de amores, y se va consumiendo a causa de ello.
V. 12: Dido habla con Ana, su hermana, acerca de su amor por Eneas. dice que él es distinto a todos los huéspedes que alguna vez llegaron a su mansión, a causa de su aire noble, su valor, su figura. Se lamenta de no estar nunca más dispuesta a unirse en lazo conyugal luego del desastre de Siqueo, ya que siendo viuda no podía volver a casarse aunque estuviese muy enamorada.
Ana insiste en el placer del matrimonio de los hijos, en la seguridad de la nueva ciudad y la gloria que alcanzarán juntos los dos pueblos. Con ello traerían la gloria a Cartago. Sugiere inventar pretextos que detengan a sus huéspedes: tempestades de invierno, naves rotas, malos tiempos. Con todo esto hecha por tierra el pudor de Dido.
Juntas recorren templos, realizan rituales y consultan a los oráculos.
Convida a Eneas con un nuevo banquete y le pide que relate las Guerras de Ilión. Se haya envuelta en locura de amor. Los síntomas de la pasión amorosa que presenta Dido se destacan por su desasosiego, pretextos para estar con el amado, repentino silencios en su presencia y atención incansable a las palabras del otro.
Cuando Juno se da cuenta de todo eso le hecha en cara a Venus que la Reina descuida a sus súbditos por Eneas y que hicieron falta dos deidades engañadoras para que Dido se enamore. Venus se percata del engaño de Juno y dice que duda al respecto de que Júpiter acceda a que en una ciudad convivan juntos los Tirios y los Troyanos, o que apruebe que ambos pueblos se fundan y se alíen.
Juno le dice que eneas y Dido se disponen a ir de caza y que ella generará una tormenta para que amos tengan que permanecer encerrados en una cueva.
Entre tanto dido y Eneas salen de caza y estalla la tormenta planeada por Juno; todos huyen del agua y del granizo buscando refugio (las tormentas provocadas por Juno siempre son factor de desorden y destrucción). Dido y Eneas penetran en la gruta bajo el fulgor de los relámpagos. Dido habla de matrimonio: tener en cuenta la disparidad de interpretación entre los protagonistas, ya que ella llama matrimonio a lo que para Eneas no lo es y con esto se despreocupa del honor y de la fama exigible a una reina, y queda deshonrada.
V. 253: Sale Fama veloz diciendo que está en Cartago Eneas el troyano, que le brinda sus amores a la bella Dido y que ambos se olvidan de sus reinos presos de la pasión.
Loco de celos, Yarbas (el dueño de las tierras), se queja de que Dido se atreve a rechazarlo y acusa de Eneas de ser el nuevo Paris.
Júpiter entonces envía a Mercurio para que le diga a Eneas que no olvide que su destino es regir Roma y dejársela a Ascanio de herencia. Mercurio se encuentra con Eneas y se indigna por verlo labrando los cimientos de Cartago rendido a una mujer, y le dice que Júpiter lo envía desde el Olimpo ordenándole que lo intime a que deje de malgastar su tiempo y su honor y que recuerde a su heredero. Luego se desvanece (Mercurio repite a Eneas solo una parte del mensaje que Júpiter le había encomendado).
Ante la visión Eneas se enmudece, se horroriza y solo desea huir y dejar atrás a Dido. Pero se empieza a preguntar como hace ahora para sacarse de encima a la apasionada reina. Forma varios planes pero concluye que lo más prudente sería convocar a sus hombres para que dispongan la flota con sigilo y se vallan acercando hacia la orilla disimuladamente; los hombres obedecen alegres.
Dido todavía no sabe nada ni sospecha, hasta que los rumores llegan a sus oídos: las naves se prestan a zarpar. Encuentra a Eneas luego de buscarlo enloquecida y le reclama el hecho de que esté a punto de fugarse sin decir palabra. El tono de amargo reproche al respecto de la partida en secreto y del matrimonio traicionado, repentinamente cambia hacia el ruego y la suplica, mientras se lamenta de que ni siquiera se quedará con el consuelo de un hijo. Le dice que por él dejó su honor de lado, que la deja moribunda, ya que desoyendo los dictados de su conciencia con respecto a un segundo matrimonio y los consejos de los dioses ha descuidado su fama conviviendo con Eneas como si estuviese casada.
La marcha de Eneas significa para ella la soledad y la muerte, ya que rechaza tanto sus propias exigencias como las exteriores, acentuando su aislamiento político y domestico.
Eneas responde: que conservará eternamente su gratitud hacia Dido, y en su defensa, da puntual respuesta a cada una de las acusaciones que le ha dirigido la reina: dice que nunca pensó en ocultar su fuga. Subraya también en su defensa que jamás le dio a Dido promesa de matrimonio. Expone los motivos morales en los que se funda su decisión: evoca Troya, y sus auténticos deseos. Dice que debe renunciar a su amor tal como renunció a su patria, Troya, por su misión, Italia. Le confiesa sus desasosiegos y sus sueños en que se le apareció su padre y le relata el episodio de Mercurio.
Dido vuelve a estallar en furia y pierde el control. Piensa en tomar venganza de Eneas, le reclama todo lo que hizo por él y le dice que ya no lo retendrá, que se vaya (a la mierda) pero que cuando ella perezca su fantasma vengador le perseguirá por todas partes y que pagará su crimen. Corta bruscamente el discurso y huye.
Eneas se dirige hacia la flota para completar la orden divina sin replicar al segundo discurso de la reina. Los troyanos comienzan a preparar la fuga. La reacción de Eneas a las palabras de Dido es entonces acelerar los preparativos para la huída.
Dido entre tanto se lamenta, llora y gime y le solicita a Ana, que había trabado amistad con Eneas, que ejerza de intermediaria. Le dice a Ana que le pida al menos un poco mas de tiempo, para que le permita sobrellevar mejor su desventura.
Eneas, inflexible, no se deja convencer por Ana y su llanto y no se ablanda ante las suplicas, inconmovible. En entonces cuando Dido comienza a invocar la muerte sin contárselo a nadie, ni siquiera a su hermana. Finalmente da entrada al dolor en su alma y determina morir y engaña a su hermana pidiéndole que la ayude con los conjuros para hacer retornar a Eneas con ella. Le dice que le erija una pira dentro del palacio y comienza con un ritual de artes mágicas.
La motivación primera de Dido es el suicidio y por eso recurre a la magia como pretexto para alzar la pira. Dido se somete al ritual sin creer verdaderamente en el, y fluctúa entre paroxismos de ira.
Dido a solas se tortura preguntándose que hacer, si ir tras las naves sola o con todos sus súbditos, o matarse y poner fin a su dolor. Culpa internamente a la hermana de echarla en los brazos del bárbaro enemigo y dejarla entregarse a tan ciega pasión y unión ilegitima. En la posición en la que se encuentra Dido no puede recurrir a embarcarse en una expedición pro mar y la única salida que le queda es la muerte.
Entre tanto Eneas duerme y en su sueño se le aparece Mercurio que le pregunta que hace durmiendo tan tranquilo sin ver el riesgo que lo acecha en vez de huir precipitadamente. Le dice que la mujer siempre es voluble y cambiante, seguidamente Eneas se despierta y le dice a su gente que nuevamente los dioses le apuran a embarcar rápidamente. Y huye.
Entretanto Dido expresa que Eneas se ha conducido con respecto a ella de forma inhumana, traicionando su lealtad y su fe. Y declara que debiese haber incendiado la flota de Eneas. Sostiene que entre ambos pueblos nunca habrá amistad ni pacto y que estarán en pugna eterna. Maldice a Eneas y profetiza la segunda parte de la eneida para terminar aludiendo a la muerte de Eneas y a que el cadáver de este jamás será encontrado. Sus palabras sellan elocuentemente la enemistad perpetua entre Romanos y Cartagineses.
Dido se lanza hacia el patio, desenvaina la espada que pertenecía a Eneas y entre lágrimas se tiende en el lecho y le pide a los dioses que la liberen de su dolor, arrepentida. Se desploma sobre la espada, entretanto el palacio da alaridos y en las casas suenan llantos. Esto llega a oídos de Ana quien se acerca al cuerpo de Dido y le dice que de un solo golpe esta a acabado con ella, con su pueblo, con su senado y con la ciudad entera. Dido al verla, muere, ya que Juno condoliéndose de la larga agonía manda a que Iris a liberar su alma de la prisión del cuerpo.

LIBRO V
Eneas y su tripulación, terminada su estadía en Cartago, se dirigen a Italia, pero el mal tiempo hace que el héroe y el piloto Palinuro decidan dirigirse a Sicilia, hacia donde los vientos son propicios. En Sicilia reina Acestes, de origen troyano, ya conocido por lo navegantes. Es en este territorio también donde justo un año atrás murió Anquises, el padre de Eneas. Es por eso que éste propone hacer juegos y exequias funerarios y pedir al muerto vientos propicios y poder honrarlo en cada aniversario de su muerte.
Cuando se están haciendo libaciones en la tumba del finado y Eneas está dirigiéndole unas palabras, aparece de adentro de la tumba una culebra impresionante que da un par de vueltas, no daña a nadie pero prueba los manjares. Eneas no sabe si es un genio o el espíritu de su padre. Se hacen las inmolaciones correspondientes.
Empiezan entonces los juegos, a imagen y semejanza de los celebrados en la Ilíada en honor a Patroclo. Resumo los participantes y los resultados:
• En remo: Cloanto primero, Mnesteo segundo, tercero Gías, cuarto Sergesto.
• En carrera: Euríalo primero, Helimo segundo, Diores tercero, cuarto Salio, último Niso.
• En lucha: Vence Entelo, Dares vencido.
• En flecha: auqnue el más diestro fue Euritón, Acestes recibe el primer premio, porque su flecha ardió en el cielo y eso es leído como un presagio. Segundo Menesteo, último Hitarco.

Terminadas las competencias, los jóvenes troyanos y sicilianos, Iulo al mando, desfilan con sus caballos y simulan un combate para agasajo de todos. Todo parece marchar bien, pero la jodida de Juno no claudica en su rencor y envía a Iris para que se presente como Beroe (noble anciana troyana) ante las mujeres del mismo pueblo y las convenza de quemar las naves, levantar una ciudad en tierra siciliana y evitar más pesares en los viajes. Iris obedece. Si bien las mujeres reconocen el carácter divino de la aparición, dudan sobre qué hacer, hasta que finalmente deciden quemar las naves. Cuando éstas empiezan a arder, los hombres abandonan los simulacros guerreros y se acercan, llegando primero Iulo, quien reprocha a las féminas. Éstas toman conciencia de lo hecho, se avergüenzan y huyen por los bosques.
Viendo las naves arder, Eneas ruega auxilio a Júpiter y éste envía una lluvia que frena el incendio, aunque se pierden cuatro galeras. Apesar de esta ayuda divina, el pío eneas no sabe qué hacer, si permanecer en Sicilia o seguir viaje. El adivino Nautes le aconseja seguir, pero dejando en Sicilia al sobrante de la tripulación, resultante de la pérdida de las naves. Con esas personas, los más débiles y desmotivados, se crearía una ciudad llamada Acesta en honor a Acestes. Eneas sigue dudando, pero a la noche se le aparece el fantasma del padre, quien le dice que siga los consejos de Nautes y que vaya a visitarlo al Averno, a los Campos Eliseos, para que le muestre su descendencia y las ciudades que le están destinadas. Eneas decide obedecer.
Comunicadas las resoluciones a los compañeros y a Acestes, se funda la nueva ciudad con la parte de la tripulación que se queda. Se delimita el territorio, se lo divide entre los habitantes, se hacen los ritos religiosos correspondientes. Tras una larga y penosa despedida, las naves parten con el clima a su favor.
Entretanto, Venus ruega a Neptuno piedad para su hijo y que éste pueda hacer el viaje marítimo a salvo. Neptuno se lo asegura, anticipándole la muerte de un solo compañero.
Emprendido el viaje, el Sueño (¿enviado por Juno?) se presenta en la nave bajo la figura de Forbas para hacer dormir al piloto Palinuro. Como éste se resiste a sus argumentos persuasivos, el Sueño le pasa por las sienes un ramo empapado con las aguas del Leteo y una vez que Palinuro se queda dormido lo echa al mar. Cuando Eneas despierta y advierte la falta de piloto, cerca del escollo de las sirenas, toma el mando y lamenta la acción de Palinuro.

LIBRO VI
Llegan a la costa italiana (las playas de Cumas), desembarcan y Eneas se dirige a ver a la Sibila, quien le indicará el camino al Averno. Para llegar a ella atraviesa un bosque consagrado a Diana, donde otrora aterrizó Dédalo tras su vuelo y representó la historia del Minotauro. Eso están mirando Eneas y compañía cuando una sacerdotisa de Apolo y Diana, que había sido mandada a llamar por otros compañeros, le ordena dedicarse a la visita a la Sibila y empezar por sacrificar siete novillos nunca uncidos al yugo y siete ovejas de dos años.
Realizados los sacrificios, una de las faldas de una roca se abre como una caverna, “a la que conducen cien bocas y cien puertas”, donde mora la Sibila. Ésta insita a Eneas a hacer sus votos y ante su tardanza lo amenaza con que se cerrarán las puertas y no podrá consultar. Eneas dirige sus súplicas a Febo para que terminen las desventuras de los troyanos y le pide a la Sibila que no escriba sus oráculos en hojitas que el viento vuela (como suele hacer), sino que se los diga ella misma. La Sibila es entonces poseída por Apolo, las cien puertitas se abren y empieza a hablar: le anuncia que él y sus compañeros llegarán a las tierras del rey Lavinio, pero que allí padecerán un combate cruento como el de Troya. También le anuncia que en una ciudad griega está su salvación. Eneas no se muestra sorprendido por cosas que ya sabía, pero le ruega que le explique cómo llegar al Infierno para ver a su padre. La Sibila le explica entonces que lo complicado no es entrar sino salir y que para realizar la extravagante travesía de ultratumba debe encontrar un ramo de oro que está oculto en la copa de un árbol. Le anuncia, por último, que uno de sus compañeros está muerto y que debe rendirle los honores necesarios. Finalmente, la Sibila cierra el pico.
Eneas se dirige con Acates a la playa donde está el resto de sus compañeros y se encuentra muerto a Miseno, el guerrero y músico querido por todos. Este desdichado había “atronado el mar con lo ecos de su bocina y había desafiado a los dioses”, por lo cual Tritón lo sumergió entre las peñas y las olas. Todo lloran al muerto, sobretodo Eneas. Siguiendo el mandato de la Sibila, construyen con árboles un altar para el sepulcro. Para ello talan árboles de un bosque y Eneas aprovecha la ocasión para buscar y pedir que busquen el ramo de oro. Apenas lo pide, dos palomas, que él reconoce como aves de su madre, le indican la copa del árbol donde el ramo se encuentra, justo en la entrada del Averno. Eneas lo arranca y lo lleva a la cueva de la Sibila.
Mientras tanto, los demás compañeros siguen llorando a Mesino: le construyen una pira, lo creman y depositan sus cenizas, sus armas, su clarín y su remo en el monumento construido, sobre un monte que desde entonces recibe el nombre del héroe muerto.
Empieza al fin la travesía al Averno: junto a la Sibila, se inmolan víctimas en la entrada del fétido Infierno, dedicando ofrendas a Hécate, la madre de las Euménides (Gea), Proserpina y Hades. Tras los sacrificios nocturnos, la tierra empieza a temblar y se escuchan aullidos de perros, entonces la Sibila raja a todo el mundo y se queda sola con Eneas, para entrar de una vez. El héroe desenvaina su espada y la sigue.
Al atravesar la “entrada” del Infierno, se encuentran con una serie de figuras fantasmales que representan la Muerte, el Sueño, el Trabajo, la Vejez, el Miedo, el Hambre, la Pobreza, las Enfermedades, el Dolor, los vengadores Afanes, la Guerra, etc. y de seres monstruosos como los Centauros, las Scilas, las Gorgonas, la Quimera, etc. Eneas los creería como verdaderos y procuraría herirlos con la espada, si la Sibila no le advirtiera sobre su condición fantasmal. A su vez, en este primer sector del Infierno hay un inmenso olmo en cuyas hojas se dice que habitan los vanos sueños.
Llegan después a las orillas del Aqueronte, donde está en su barquito Caronte, el barquero viejo, sucio y feo. Hay una multitud de almas reunidas allí y el barquero selecciona sólo algunas para el viaje. Preguntando Eneas por esa escena, la Sibila le responde que aquellos que no inician el viaje son las almas de los insepultos, que deben esperar cien años para hacerlo. Reconoce Eneas entre éstos a algunos de los combatientes en Troya , y al recientemente muerto Palinuro, quien le cuenta cómo fue muerto por un pueblo salvaje al llegar a una playa y que su cuerpo yace insepulto. Le ruega a Eneas que le dé sepultura o que haga que su madre interceda para que pueda cruzar las aguas. La Sibila lo reprocha por esto último, pero a su vez le asegura que se le dará sepultura prontamente.
Al ver Caronte a Eneas, le reprocha su presencia y manifiesta que no le es permitido llevar vivos, recordando las malas experiencias de las veces en las cuales hizo excepciones (Hércules, Teseo, Piritoo). La Sibila manifiesta las “buenas intenciones” de Eneas y le muestra el áureo ramo. Los deja embarcarse entonces (al subir Eneas, la barca cruje por el peso, detalle retomado luego por Dante) y los lleva a la orilla opuesta. Se encuentran entonces con el perrito Cerbero, a quien la sibila lo duerme con una torta somnífera y pueden entrar así al infierno propiamente dicho.
A diferencia de Odisea, el infierno de Virgilio tiene una suerte de jerarquía y de juicio moral: Minos juzga a las almas y éstas están divididas por sectores: por un lado, los muertos de muy pequeños o por sentencia injusta; por otro, los suicidas; por otro, los muertos por penas de amor que aún no han olvidado. En este último sector Eneas se encuentra con Dido, le habla pero ella permanece inconmovible y vuelve con su antiguo esposo Siqueo. En otro sector se encuentran los guerreros ilustres, donde hay muchos muertos de Troya por ambos bandos. Los troyanos se acercan a Eneas y pretenden detenerle, mientras que los griegos huyen despavoridos. Entre los troyanos está Deifobo, cruelmente mutilado, quien cuenta cómo Helena fue cómplice de los griegos en su asesinato. Como Eneas se detiene mucho en estas pláticas, la Sibila lo insita a seguir el camino.
El infierno se divide en dos: a la derecha el palacio de Plutón y los Campos Eliseos, a la izquierda el Tártaro donde los injustos sufren su castigo. Hay allí una fortaleza custodiada por Tisifone, una de la Erinias. Eneas pregunta a la Sibila por los crímenes que purgan los que allí se encuentran y ella le responde que allí están los fraudulentos, los asesinos, los incestuosos, los traidores, etc; que Radamanto hace de juez y Tisifone castigo. También le cuenta que hacia abajo de allí se desarrolla el Tártaro, donde están los Titanes, algunos gigantes y demás seres rebelados contra Júpiter. No obstante, el camino que ellos siguen es hacia el otro lado, a la entrada del palacio de Plutón, en donde Eneas deja el ramo para Proserpina, lo cual les permite ingresar automáticamente y como por arte de magia a los Campos Eliseos.
Los Campos Eliseos representan una suerte de locus amoenus, con un aire puro, luz, sol y estrellar. Cada uno allí hace lo que se le antoja, cantan, danzan, o se regocijan en ejercicios guerreros. En este lugar se encuentran los muertos en combate por la patria, los sacerdotes de vida casta, los poetas que consagraron himnos a Febo, los que inventaron cosas útiles y los que por sus méritos son recordados por los hombres. La Sibila pregunta las almas (especialmente a la del poeta Museo) por Anquises y éste la ayuda a encontrarlo en las campiñas donde el anciano contemplaba las almas destinadas a ir a la tierra y ser de su progenie. El encuentro entre padre e hijo es harto emotivo: llantos, conversaciones y los tres emblemáticos intentos de abrazar a la sombra.
Eneas ve las almas que pasan por el río Leteo, destinadas a ocupar un cuerpo en la tierra, y le pregunta a su padre cómo es posible que esas almas decidan abandonar la felicidad de ese lugar para volver a las penurias mundanas. Anquises le da una explicación teórica que recuerda al último libro de La República: hay una suerte de espíritu universal que anima y mueve a todo y a todos, las humanas son emanaciones de él, pero se ven entorpecidas cuando adoptan la forma corpórea. Dicha forma es abandonada con la muerte, cuando el alma paga por la culpas (todos tenemos alguna según el viejo) y finalmente puede ir a los Campos Eliseos. Tras mil años de dicha, el alma debe olvidarlo todo en el río leteo y volver a la tierra en forma corpórea.
Pasada la explicación metafísica, Anquises le muestras a Eneas las almas que serán de su estirpe: Silvio, hijo póstumo de Eneas con Lavinia, Rómulo, César (a quien de presenta como descendiente de Iulo), César Augusto, los Fabios, Marcelo y demás mezcla de personajes míticos e históricos de Roma. Luego le cuenta cuáles serán las guerras que deberá librar contra los latinos y cómo resistir los futuros pesares.
Finalmente, Anquises despide a Eneas y a la Sibila por la puerta de marfil del Sueño, por donde salen los sueños falsos. Por allí vuelven a tierra y Eneas se reencuantra con los compañeros.

LIBRO VII
Eneas se dirige con su tripulación al puerto de Cayeta, llamado así por la nodriza de Eneas a quien dan sepultura allí en esa ocasión. Siguen viaje, pasan cerca de la tierra de Circe, pero gracias a Neptuno las naves se alejan de allí. Entran a la desembocadura del Tíber y allí desembarcan.
En esas tierras rige el anciano rey Latino, hijo de Fauno, casado con Amata y padre de Lavinia, a quien muchos príncipes pretendían como esposa. Entre estos pretendientes estaba Turno, el preferido de Amata. No obstante, dos presagios (las abejas que se reúnen alrededor del laurel sagrado y la visión de Lavinia incendiada y quemando el palacio) hacen que el rey consulte a su padre adivino, quien le anuncia que su hija deberá casarse con un extranjero que les daría fama y cuyos descendientes dominarían el mundo entero.
En estos momentos es que llegan los troyanos y un presagio es anuncia que allí es donde deben asentarse: están comiendo el suelo usando flores como mantel, pero se las comen tras terminar con las tortas porque están cagados de hambre. Iulo se lamenta de tener que comer “hasta las mesas”, entonces Eneas recuerda cuando Anquises le dijo que hallarían asiento cuando se vieran obligados a comerse las mismas. Animados, invocan a los dioses y al día siguiente recorren el lugar.
Eneas manda cien emisarios al rey y mientras tanto esboza los límites de la futura ciudad con almenas y empalizadas.
El rey recibe a los mensajeros troyanos en el templo de los dioses, en cuyo vestíbulo se ven imágenes de la historia del Lacio: los reyes ascendientes, hasta llegar a los queridos Saturno y Jano. Cuando latino pregunta por el porqué de la venida, Ilioneo explica el mandato divino que los impulsa, el origen de Dárdano en esos territorios, a los cuales sus descendientes deben volver, y pide una alianza con los latinos y un territorio para su ciudad y sus dioses. También le remarca el origen ilustre de los troyanos, descendientes de Júpiter. Le ofrece al rey la copa de oro de Anquises y el cetro, el manto y la tiara de Príamo. El rey relaciona en su mente estos hecho con los oráculos sobre su hija y se muestra conforme con lo pedido por los suplicantes, sólo pide ver a Eneas y que éste sea el marido de su hija. Da a los troyanos caballos y manda un carro para Eneas.
No obstante, Juno no cesa en su malicia e invoca a la Erinia Alecto, a quien le pide que ocasione la guerra entre troyanos y latinos. La Erinia accede y en primer lugar infunde a Amata, arrojándole una serpiente a su cuerpo, la ira y la obstinación por que su hija se case con Turno. Como la mujer no puede convencer a su marido, esconde a la hija en el bosque y poseída de un furor báquico arrastra a las demás matronas a abandonar sus casas y adoptar el mismo carácter iracundo. Por otra parte, la Erinia toma la figura de una vieja para ir a halarle a Turno y convencerlo a guerrear si no le dan a Lavinia como esposa, y como Turno la trata socarronamente se enfurece, se presenta como quien realmente es y le arroja una antorcha que lo vuelve iracundo y desenfrenado. Es así como Turno se dirige con sus guerreros a la lucha. Finalmente, Alecto hace que Ascanio mate un ciervo sagrado de la pastora Silvia, lo cual enfurece a los pastores y hace que busquen venganza. Empieza la lucha entre los pastores y la juventud troyana y los primeros en morir son los ausonios Almón y Galeso. Después de generar estos tres focos de conflicto, la Erinia vuelve al Infierno por orden de Juno.
Cuando los pastores, Turno y las mujeres poseídas piden a Latino que comience la guerra con los troyanos, éste se niega. Todos insisten, incitados por Juno, y al ver que no puede hacer nada el rey se encierra abatido, pero se niega a abrir las puertas las puertas del templo de la Guerra, hecho necesario para decretar la lid. Entonces Juno las abre ella misma y el conflicto estalla. Cinco ciudades participan del conflicto del lado de los ausonios: Atina, Tibur, Ardea, Crustumera y Antemna.
Empieza ahora una larga enumeración de los reyes y ejércitos de Italia, a semejanza del catálogo de las naves:
• El rey tirreno Mecencio y su hijo Lauso.
• El príncipe Aventino, hijo de Hércules.
• Los hermanos argivos Catilo y Coras.El rey Céculo, fundador de Prenesta, acompañado de muchos pastores, algunos con armas muy toscas.
• Mesapo, hijo de Neptuno, con quien marchan los escuadrones Fesceninos y Faliscos, los de la región de Soracte, del lago Comino y los bosques Capenos.
• Cluauso, del antiguo linaje de los Sabinos, de quien descenderá la familia Claudia, a quien siguen multitud de pueblos.
• Haleso, hijo de Agamenón, trayendo también muchos pueblos.
• Obaldo
• Ufante
• Umbro, otrora cantor que conmovía las piedras.
• Virbio, hijo de Hipólito y Aricia.
• Turno: lleva en su almete a la Quimera y en su escudo representada a Io. Lo siguen multitudes.
• Camila: virgen amazona de la nación de los volscos.

LIBRO VIII: ROMA ANTES DE ROMA
0-25 Tras el desfile de guerras del libro del Lacio entero con que cierra el libro VII, Turno da la señal de guerra y la respuesta enardecida de los latinos se lleva a cabo por tres caudillos: Mesapo, Ufente y Mezencio. Estos mandan a Vénulo a que pida ayuda en la ciudad de Diomedes (el de la guerra de Troya que llegó a ser rey de Argos) y que le cuente sobre Eneas y sus pretensiones.
26- 96 Vuelta a Eneas. El tipo, turbado por la guerra, se tira a dormir en la ribera del río Tíber. Entonces el dios del Tíber, Tiberino, surge de las aguas y le habla en sueños a Eneas diciéndole que ese es en ese lugar donde tiene la morada asignada y donde van a estar seguros los dioses hogareños, que no se asuste por la guerra, que está devolviendo el territorio a los troyanos (porque se creía que Dárdano, el fundador de la estirpe troyana, era oriundo de Italia, entonces lo que hizo Eneas fue volver a la patria de origen). Después le habla de una cerda con 30 lechones (30 lechoncitos = 30 ciudades latinas que Eneas debía fundar), y le dice que donde está la cerda es donde tiene que fundar la ciudad. También le aconseja que pida ayuda al rey Evandro, que vive en guerra con los latinos.
Cuando Eneas se despierta suplica asistencia a las ninfas y al río y ve la cerda blanca, la sacrifica y se la ofrece a Juno.
97-183 Encuentro con Evandro y su hijo Palante. Resulta que Evandro y Eneas (es decir, Palanteo y Troya, dos grandes cds) son parientes porque el abuelo de Dárdano, Atlante, era abuelo de Maya, madre de los palanteos (no sé si es el gentilicio, pero bue). Se alían contra los latinos y banquetean.
184-312 Evandro cuenta que con el banquete celebran un ritual para renovar los honores a Hércules que los libró de Caco, un monstruo hijo de Vulcano, monstruoso, que vivía en una cueva y se comía a los hombres. Caco le robó toros a Alcides, este se enojó, Caco huyó amedrentado por primera vez, Alcides lo persiguió hasta la cueva y lo mató.
Los palanteos hacen las ofrendas en el altar (en medio del bosque) y cantan.
313-369 Mientras caminan de nuevo hacia la morada de Evandro, este le habla a Eneas de los primeros pobladores del Lacio. Antes había faunos y ninfas en los bosques y una raza de hombres sin normas ni arte. Llegó Saturno expulsado por Júpiter, reunió a esos hombres, les dio leyes, paz, gobierno, y esa fue la edad de oro. Después vinieron pueblos y reyes y guerra y fue un tiempo peor.
Evandro le va mostrando a Eneas lugares que luego van a llegar a ser importantes para Roma (el albergue de Rómulo, o lo que va a ser el Capitolio). Virgilio los describe como lugares numinosos, que imponen respeto siniestro. Llegan al palacio y se van a dormir después de unos consejos estoicos de Evandro (“no dudes en despreciar los bienes materiales”).
370-553 Venus va a manguearle a su esposo Vulcano que haga armas para Eneas (que es hijo de otro tipo). Como Vulcano vacila, Venus se lo lleva a la cama.
Mientras Vulcano efectivamente hace las armas, Evandro se despierta porque ya es de mañana y se reúne con Eneas y Palante. Evandro le va mencionando las fuerzas que le da a Eneas (las de Agila, que había sido sometida por Mezencio y ahora quiere venganza contra el tirano). También le “presta” a su hijo Palante para que aprenda de Eneas en la guerra. En eso, mientras están pensando entristecidos suena un trueno enviado por Venus y Eneas ve el brillo de las armas en las nubes. Después Evandro se levanta de su asiento, provee de caballos a los teucros y le da guerreros a Eneas.
554- 607 Evandro se desmaya cuando se despide de su hijo Palante. Eneas, junto con Acante, Palante y los hombres, parte. Hacen un alto en un cerro.
608-730 Eneas es visitado por su madre, que le da las armas: yelmo, espada, lanza, escudo. En el escudo hay presagios: la historia de Italia y los triunfos de Roma

LIBRO IX: ATAQUE AL CAMPAMENTO TROYANO
0-125 Juno envía a Iris a decirle a Turno que las condiciones están a su favor porque Eneas no está en el campamento. Turno hace caso y va a batallar. Los teucros ven lo que se aproxima y ponen a cubierto las puertas y cubren los muros: no batallan porque Eneas les dijo que defendieran el campamento. Turno busca entrar al campamento pero no puede, entonces se acerca a las naves de los troyanos para quemarlas, pero tampoco lo logra, porque las naves se convierten en delfines, se hunden en el agua y salen convertidas en ninfas. Esto ocurre porque estaban fabricadas con pinos de una montaña que le gustaba a Cibeles, y Cibeles le pidió a Júpiter que haga inmortales a las naves.
126-175 Turno no se toma el prodigio a mal (dice que va en contra de los teucros, que quedan encerrados sin posibilidad de huída). Además, trata a los troyanos de criminales por querer robarle a Lavinia como robaron a Helena. También dice que los latinos no van a necesitar ocultarse en un caballo para vencer a los troyanos. Y después relega el ataque para el día siguiente porque se hizo tarde. Los troyanos vigilan.
176-449 Niso y Euríalo (adolescente) están guardando una puerta del campamento troyano. A Niso se le ocurre la idea de abrirse paso entre las tropas enemigas para hacer volver a Eneas y Euríalo se prende, aunque Niso no quiere porque Euríalo es todavía joven.
Van a buscar al príncipe Ascanio (que estaba en una junta atendiendo a esa misma cuestión) y le exponen su planteo. Ascanio y compañía están de acuerdo; Ascanio les promete regalos y le dice a Euríalo: “te doy entrada en mi alma desde ahora y te abrazo y te tomo por compañero mío en cada trance”. Euríalo le pide que si le pasa algo se haga cargo de su madre, vieja y no avisada de la locura que piensa hacer el pibe. Ascanio responde: “Ella será una madre para mí”. Luego lloran y Niso y Euríalo se van (es una imitación de la excursión de Ulises y Diomedes por el campamento troyano).
En la acampada latina hay muchos tendidos en ebrio sueño, así que Niso y Euríalo van matando a varias personas. Euríalo se apodera de un collar vistoso y del yelmo de Mesapo, a quien no mataron. Salen del campamento, van por un camino, y son vistos por un escuadrón de la ciudad latina (el yelmo delata a Euríalo en la noche): el escuadrón les pregunta su identidad, ellos huyen bosque adentro, el escuadrón los persigue, ellos se separan, Euríalo se pierde, Niso sale del bosque a salvo pero decide ir a buscar a Euríalo. Niso pelea pero los latinos matan a Euríalo, entonces pelea más, enfurecido, pero también lo matan a él, “acribillado a heridas”.
450-501 Hay consternación en el campamento de Turno ante la cantidad de gente que mataron Niso y Euríalo, por lo que clavan sus cabezas en picas. Los troyanos se duelen, la madre de Euríalo llora y se lamenta hasta que se la llevan a un albergue.
502-818 Ataca Turno: intentan subir los muros o superar el foso. Los teucros responden con dardos. Mezencio y Mesapo atacan con fuego y escalas; Turno mata gente: prende fuego un torreón, y sólo Hélenor y Lico se salvan. Hélenor se arroja a pelear dispuesto a morir matando; Lico trata de salvarse escalando el muro, y Turno lo arrebata, colgado como estaba, y lo mata. Ascanio lanza su saeta voladora contra los latinos. Turno fanfarronea que los latinos no son los aqueos, que ellos llevan a sus hijos a bañarse en el río de corriente helada apenas nacen y que les enseñan a cazar cuando son niños y a domar potros y a tirar de los arcos, que pueden pasar con poco y se la bancan. Para finalizar, dice que los troyanos son unos delicados y los llama “mujeres frigias”. Ascanio se enoja, invoca a Júpiter, retumba un trueno, y cuando Ascanio tira su saeta y mata a un tal Rémulo (latino) que sólo es mencionado tangencialmente en el libro IX. Los teucros corean con gritos la gran hazaña, y Apolo lo alaba desde lo alto, desciende del Olimpo y, transmutado en Butes (un viejo que fue el escudero de Anquises al que Eneas un día confió el cuidado de su hijo), le dice a Ascanio “Date por satisfecho... El gran Apolo te ha deparado esta primera gloria y no está celoso de tus armas, que igualan las tuyas. En adelante deja de pelear, kid”. Después de decir eso se desvanece, de modo que todos los reconocen y refrenan a Ascanio, que quería seguir peleando y en cambio se tiene que alejar de la pelea.
Pándaro y Bitias, de los troyanos, abren una puerta e invitan a pasar al enemigo, y cuando éste se acerca lo van matando. Los troyanos se aventuran a trabar combate en campo abierto. Cuando Turno se entera va hacia las puertas matando gente. Marte acrecienta el poder guerrero de los latinos. Pándaro ve el cuerpo de su hermano Bitias tendido en la tierra y cierra las puertas, dejando fuera de os muros a varios troyanos, y acogiendo dentro del campamento a algunos latinos, sin darse cuenta. Entre esos latinos está Turno, Pándaro se da cuenta y pelea con él porque es el que mató a su hermano, pero Juno desvía su jabalina. Turno mata a Pándaro, pero en vez de abrir las puertas (lo cual habría equivalido a la destrucción del campamento teucro) sigue matando gente. En eso los capitanes teucros Mnesteo y Seresto se dan cuenta del asunto, dan ánimos a los guerreros, y alejan a Turno. Júpiter envía a Iris para que le diga a Juno que no preste ayuda a Turno. Turno, apremiado por los teucros, se tira de cabeza al río, que lo devuelve al lado de los suyos, y se salva.

LIBRO X
Júpiter convoca el concilio de los dioses para tratar sobre la suerte de los beligerantes. EL dios pregunta a los demás el porqué del conflicto, siendo que él ya había establecida que Italia no podía alzarse contra los troyanos. Entonces Venus empieza sus quejas por las desventuras de los troyanos, que no se condicen con lo que los hados les tenían prometido. A su vez pide a Júpiter que si los troyanos han de perecer la deje salvar a su nieto Ascanio. Juno, que se da por aludida en las recriminaciones de Venus, descarga también sus quejase intenta exculparse, diciendo que ella no obligó a los troyanos a trabar conflicto con los latinos y que tampoco había sido la que desatara el conflicto con los griegos, culpándola de esto a Venus por el rapto de Helena. Los dioses se dividen en un bando o el otro en una discusión general. Finalmente, vista la imposibilidad de llegar a un acuerdo, Júpiter establece la neutralidad divina y deja el resultado del combato librado a los hados y a las obras de los guerreros.
Mientras tanto, en el combate, los rútulos redoblan sus esfuerzos por incendiar las murallas y los compañeros de Eneas no tienen esperanzas de escapar y se defienden como pueden. Eneas no está enterado de la situación: después de visitar al rey Evandro va donde los etruscos, se presenta al rey Tarcón, a quien cuenta sobre su identidad, linaje y conflictos y con quien pretende lograr una alianza. Tarcón accede y pone a disposición del troyano todos sus recursos. Todos se embarcan para dirigirse a la lucha.
Ahora viene una nueva puta enumeración, sobre los acompañantes de Eneas:
 Masico tiene una nave llamada Tigre, lleva a mil mancebos de la ciudad de Cosa y las murallas de Clusio.
 Abante, de Populonia, tiene una nave con un Apolo dorado. Lleva novecientos mancebos.
 Asilas, intérprete de hombres y de dioses, lleva mil tipos. Su patria es Pisa.
 Asur lleva trescientos hombres de la ciudad de Cere, los campos de Minión, Pirgo y Gravisca.
 Cinira, caudillo de los ligures.
 Capuvo, hijo del metamorfoseado en cisne Cicno, que es acompañado por pocos.
 Ocno, acompañado de quinientos querreros. Es hijo de la divina Manto y el río toscano. fundador de Mantua (la patria de Virgilio), a quien dio nombre por su madre. Se explica que Mantua está constituida por tres linajes divididos en cuatro ramas, pero que la ascendencia toscana es la más fuerte.
 Auletes, con “cien remos” (doscientos hombres?), lleva una escultura de Tritón a bordo.

En medio de la travesía, se presentan ninfas, otrora las naves de Eneas que Cibeles había transformado, para informarle sobre la situación de su gente y arengarlo a que se disponga a la lucha con los nuevos aliados. Eneas obedece, llega con sus refuerzos a la playa, para alegría de los troyanos y sorpresa de los rútulos, que al mando de Turno los van a enfrentar. En el desembarco la nave de Tarcón encalla, se abre y la se ahoga la tripulación.
Empieza el combate en la playa y Eneas se destaca matando a muchos enemigos (Therón, Licas, Gías, Cidón, Cilsio, etc.) También se destaca el árcade Palante, hijo del rey Evandro, que va asesinando a muchos contrincantes hasta encontrarse con Lauso, pero cuando están por pelear los dos jóvenes príncipes, Turno, persuadido por su hermana Iuturna, sale en defensa del segundo y se ofrece a pelear él contra Palante. Palante acepta y muere en la pelea. Turno deja que a los compañeros del muerto llevarse el cadáver, en señal de piedad a su padre. AL enterarse Eneas de lo ocurrido, busca a Turno para trabar combate y matarlo, pero Juno, previo permiso de Júpiter, salva al rey rútulo con el siguiente artilugio: pone delante del guerrero un fantasma de Eneas y Turno creyendo que es real lo persigue hasta una embarcación, entonces Juno corta amarras y la nave se aleja de la playa. Turno queda enfurecido y consternado. Mientras tanto, Eneas ha ido matando a otros del campamento enemigo (Mago, el hijo de Hemón, Tarquito, etc).
Ante la ausencia de Turno, Mecencio toma el mando, que se destaca y asola a los troyanos hasta encontrarse con Eneas, con quien lucha para ser herido en la ingle. Entonces su hijo Lauso sale a defenderlo y reemplazarlo en el combate, mientras a él lo alejan malherido de la lucha. Eneas advierte a Lauso sobre el peligro que corre en esa lucha, pero el joven es obstinado y persiste en pelear con el troyano, el cual lo mata. Eenas deja al cadáver con sus armas y permite a sus compañeros llevárselo. Mecencio, al enterarse de la suerte que corrió su hijo, se siente desdichado y culpable y decide pelear con Eneas aun cuando eso represente su propia muerte. Pelea con Eneas y efectivamente muere, no sin antes rogarle al enemigo que dé su cadáver a sus compañeros para que sea enterrado con los suyos, sobretodo con su hijo.

LIBRO XI
: PAZ EN LA GUERRA. SE REANUDA LA BATALLA.
0-99 Amanece, y aunque Eneas quiere rendir los honores fúnebres a los suyos, primero da sus votos a los dioses por el triunfo. Decora una rama con las armas de Mezencio, para eso. Después manda a enterrar a sus hombres y a enviar el cuerpo de Palante a Evandro. Entra al recinto en donde está el cuerpo del príncipe muerto y entonces se ponen a llorar las mujeres y él mismo. Eneas designa una comitiva de mil hombres para acompañar el cuerpo, al que envuelve con dos clámides (mantas) que le había bordado Dido y deja en el lecho que armaron para transportarlo rodeado de las armas que ganó a los latinos. Acetes (escudero de Evandro) se va con ellos.
100-138 Llega una ambajada de paz de los latinos: piden que se devuelvan los cuerpos y tiempo para enterrarlos. Eneas acepta (es similar a lo que pasa en la Iliada), y además les dice que él venía en son de paz y que el rey latino fue quien incumplió la alianza, que él no quería guerra. Les dice que si Turno quería pelea, que tendría q1ue haber peleado él contra Eneas y sefiní.
Se conciertan 12 días de tregua.
139-181 Llega el cortejo fúnebre de Palante a su ciudad. Evandro lora sobre el cuerpo de su hijo. “No os acuso a vosotros, troyanos, ni reniego del pacto ni de haberos acogido uniendo nuestras diestras”. Y dice a los guerreros de Eneas, además: “Id y llevadle este encargo a vuestro rey: si prolongo una vida que me resulta odiosa tras la muerte de Palante, Eneas, es que fío en tu brazo, nos debes la vida de Turno a padre e hijo”.
182-444 Latinos y troyanos honran a sus muertos. Eneas junto con Tarcón, el rey etrusco, queman los muertos en piras donde tiran como ofrendas armas y los objetos favoritos de los muertos. Degüeyan bueyes, cerdas y ovejas sobre las llamas.
Los latinos hacen lo mismo o entierran los cuerpos.
Dentro de las casas de los latinos, maldicen la guerra y la boda concertada con Turno, dicen que luche solo contra Eneas para arreglar la cuestión. Insiste en esto, principalmente, Drances, un viejo al que Turno no le cae bien.
Llega la embajada enviada a Diomenes con la respuesta de que Diomenes no va aprestar colaboración. Latino, abatido, convoca a consejo. Allá:
1) cuentan la respuesta de Diomedes: que los que habían desvastado Troya sufrieron infortunios, incluso él, y que no conviene pelear contra Troya, que lleven los regalos a Eneas. Y hace un panegírico a Eneas.
2) Latino expone un plan: darle a los troyanos un terreno, entablar pactos de alianza y asociar su pueblo al pueblo de los latinos. Y si no, si los troyanos quiere irse, hacerles naves y ayudarlos para que se vayan del territorio latino.
3) Drances propone añadir un don a esos dones propuestos por Latino: que nadie haga fuerza para impedir que Latino de la mano de su hija Lavinia a un hombre digno de ella (es decir, Eneas), y que con esa nupcia se afiance la alianza. Y luego se dirige directamente a Turno y le pide paz para los latinos: que cese la guerra contra los troyanos, que se retire vencido, porque con sus ansias de tener una esposa real está matando a un montón de gente.
4) Turno acusa a Drances de cobarde, luego se dirige a Latino: le dice que si ya no tiene esperanzas, que pida paz, pero que si algo de valor queda entre los latinos, y recursos, ¿para qué darse por vencidos? Y enumera la cantidad de ayuda que pueden conseguir, y dice que si los teucros lo desafían a él solo, que está dispuesto a hacerles frente.
445-497 Ataque de Eneas. Turno prepara las tropas
498-895 Camila acude al encuentro de Turno. Diana, la diosa, le cuenta a Opis la historia de Camila: un tal Métabo la recogió mientras huía al destierro cuando ella era pequeña. La llamó Camila, la crió entre pastores en la soledad de la montaña. Le enseñó a usar las saetas y el arco, a cazar. Ella estaba contenta de ser de Diana, y siguió virgen. Diana está contenta con ella, pero Camila está destinada a morir. La Diosa decide vengarse del que la vaya a matar quitándole la vida.
Descripción del combate. Camila va matando gente con sus compañeras: mata a Butes y a Orsíloco. Se enfrenta a Auno, que la reta a abandonar el caballo y a luchar cuerpo a cuerpo. Cuando ella se baja del caballo, él huye con el suyo. De modo que ella se sube a su caballo, lo persigue y lo mata.
Júpiter incita la cólera en Tarcón, de los teucros. Provoca a los tirrenos diciéndoles que son unos flojos y que dependen de una minita para luchar. Mata gente.
Arrunte, de los teucros, se fija en Camila y busca la ocasión propicia para tirarle la lanza. Mientras, Camila se fija en las armas de Cloreo, le gustan y las persigue, ciega a todo lo demás. Arrunte aprovecha la ocasión, ruega a Apolo y dispara el venablo, que hiere de muerte a Camila. Arrunte huye después de esto; Camila trata de sacarse a lanza, no lo logra, dice sus últimas palabras agonizantes a su amiga Aca (que le diga a Turno que ocupe su lugar en la batalla) y muere.
Opis cumple el encargo de Diana y mata a Arrunte por haber matado a Camila.
Sigue la batalla, dispersa.
896-916 Turno, que estaba preparándole una celada a Eneas en el bosque, es interceptado por Aca, que le cuenta lo que le ocurrió a Camila. Entonces turno sale del bosque, abandona la celada y acude a defender la ciudad de Latino. Entonces Eneas y Turno se cruzan y se ven, pero ya es de noche, de modo que se abandona la lucha.

LIBRO XII: DUELO ENTRE TURNO Y ENEAS
0-132 Turno se presenta ante el rey Latino, cuando siente que todos lo miran y lo señalan para que cumpla su promesa. Le dice a Latino que prepare el encuentro para la batalla singular con Eneas. Latino le dice que por él rompió el pacto con Eneas, que iba a ser su yerno, que por él fue a la guerra, que qué va a pensar la gente si lo entrega a la muerte estando comprometido con su hija. Le pide que no luche. Turno le responde que va a pelear. La reina, Amata, chilla y le pide que no luche contra los teucros, que va a morir en la lucha. Lavinia llora. Turno las calma y envía a un mensajero a que concierte la pelea con Eneas.
Eneas acepta el pacto.
Amanece. Se prepara el escenario para el duelo.
133-160 Juno mira lo que está aconteciendo. De pronto se dirige a Juturna, la hermana de Turno, que ganó carácter divino (es señora de los lagos y los ríos) cuando se acostó con Júpiter (dime con quien te acuestas y te diré tu calidad ontológica). Le dice que Turno tiene los días contados, y le encarga que lo ayude, que arrebate a su hermano de la muerte o que provoque la guerra rompiendo el pacto.
161-215 Pacto entre Eneas y el rey Latino.
Eneas dice que si gana Turno, los vencidos se van a retirar de la ciudad de Evandro, Ascanio va a partir del territorio latino y no va a volver a emprender guerra. Pero si él gana, habrá alianza: no va a ordenar a los ítalos que se sometan; sólo se va a casar con Lavinia y va a alzar su ciudad en alianza con la de Latino.
Latino certifica la alianza, y sobre las llamas de los altares encendidos degüellan un cerdo y una oveja.
216-258 El vulgo no está de acuerdo con el pacto desigual, sienten que están enviando a Turno al matadero. Juturna se disfraza de Camertes y siembra desconcierto entre los latinos: “no les da vergüenza que por todo un ejército como el nuestro un solo hombre ponga en riesgo su vida? Turno se va a hacer famoso por su acto y nosotros vamos a quedar como unos cobardes tras perder nuestra patria”. Sus palabras inflaman los ánimos; además, ven una señal divina: un águila rojiza (el ave de Júpiter) acosa a un escuadrón de aves marinas, y de ellas captura un cisne (que representa a Turno). El bando de aves marinas, entonces, frena su huida y enfrenta al águila, hasta que ésta, acosada, suelta al cisne y se oculta en las nubes. Los latinos toman esto como un buen augurio.
259-311 Se reanuda el combate porque Tolumnio el augur arroja su jabalina y mata un teucro. Pandemonium: despojan los altares, huye el rey Latino llevándose los dioses ultrajados
312-424 Eneas trata de tranquilizar a la gente, pero mientras sanatea es herido por una saeta que no se sabe por quién fue disparada. Eneas se retira del combate, Turno estraga las filas troyanas.
Eneas el llevado al campamento por Acates y Ascanio. Yágipe, médico, trata de curarlo infructuosamente: no consigue remover la punta del venablo. Entonces Venus recoge del monte Ida de Creta la yerba medicinal del díctamo, que servía para que se desprendieran por sí solas las saetas, e impregna de ella el agua de un recipiente. Cuando Yápige lava la herida con esa agua Eneas se cura al instante: se detiene la sangre, se sale la flecha, y Eneas puede volver a combatir.
425-554 Así que Eneas se arma y vuelve al campo de batalla (Yápige dice que detrás de la curación hay un dios). Cuando los latinos ven a Eneas se aterrorizan; Juturna huye despavorida. Eneas no mata a nadie: va buscando a Turno. Así que Juturna derriba del carro a Metisco, el cochero de Turno, se disfraza de Metisco, y recorre el campo sin detenerse ni dejar que Turno trabe combate. Lo lleva campo afuera, perseguida por Eneas. (Turno, por alguna razón, no dice nada, simplemente se dedica a matar gente en su paseito). Mientras, Mesapo ataca a Eneas, que entonces, cuando ve que se le volaron los penachos del sombrero(cimera) y que Turno se aleja, se enfada y empieza a causar gran mortandad. De modo que, cada uno por su lado, Eneas y Turno matan gente.
555-592 Hasta que Eneas decide atacar la ciudad de Laurento (es decir, la de los latinos), inspirado por su madre Venus. Llama a sus capitanes (Mnesteo, Sergesto y Seresto) y les dice: “La ciudad es la que causa la guerra, ¿voy a estar esperando a que Turno tenga ganas de combatir conmigo Allá está la cabeza del reino de Latino: ataquemos la ciudad”. De modo que se acercan con fuego y escalas, Eneas reprocha a grandes voces a Latino y pone por testigos a los dioses de que se ve forzado a luchar de nuevo porque los latinos violaron por segunda vez un pacto. La ciudad se prepara como puede para defenderse.
593-697 La reina Amata se mata cuando ve el palacio amenazado, creyendo que Turno ya murió en combate (grita que ella es la culpable de los males y se cuelga de una viga). Lavinia se rasguña la cara; Latino ve que su esposa y su ciudad se fueron al carajo. Turno, mientras tanto, ni enterado de nada, combate persiguiendo a unos pocos teucros que huyen desperdigados. Le llegan los gritos, hace parar al caballo, y cuando Juturno disfrazada de Metisco le dice “sigamos persiguiendo” él le informa que ya la reconoció, que está quedando en oprobio y que de todos modos ya hay pocas posibilidades de que se vaya a salvar. Llega Saces herido y le informa que Eneas está atacando la ciudad, que “el rey Latino refunfuña sin decidir a quién tomar por yerno o a qué alianza inclinarse”, que la reina se mató, que sólo Mesapo y Atiuras ayudan, y que él es la última esperanza pero sigue en su carro por el césped desierto. Turno siente vergüenza y le dice a su hermana que ya no va a ver más su deshonor, que va a luchar contra Eneas. Se va, entonces, dejando a Juturna entristecida. Se acerca a los muros y pide que se detenga la lucha, que se realice el duelo finalmente.
698-790 Cuando Eneas escucha lo que dijo Turno se pone contento y deja de atacar la ciudad, se acerca el espacio que quedó libre para la lucha y se traba con Turno. Júpiter mantiene la balanza en fiel y pesa en ella los destinos de los dos héroes. Turno da un salto y le pega un espadazo a Eneas, pero la espada se rompe (porque era la espada de Metisco). Sin espada para luchar, huye; Eneas, con la rodilla herida, va tras él. Turno clama por su espada. En medio de un bosque numinoso donde había un olivo consagrado a Fauno que había sido abatido por los teucros Turno y Eneas se encuentran con la lanza de Eneas. Turno le pide a Fauno que retenga el hierro con el que los teucros habían profanado su culto, y Fauno lo hace, de modo que aunque Eneas intenta arrancar la lanza, no lo consigue. Juturna aprovecha la ocasión para disfrazarse de Metisco y devolverle a Turno su espada. Entonces Venus, enfadada, arranca la lanza de Eneas. Uno y otro quedan enfrentados en igualdad de condiciones, nuevamente.
791-952 Júpiter le pregunta a Juno, que mira desde lo alto, qué más piensa hacer, le reprende por la injusticia de lo ocurrido y le pide que cese de actuar, porque ya llegó el fin. Le prohíbe intentar nada más. Juno le responde que ya conocía su deseo, y que por eso abandonó a Turno contra su voluntad. Le pide a Júpiter que no ordene que, una vez vencidos, los latinos pierdan su nombre y queden sojuzgados ante los teucros, que siga existiendo el Lacio. Júpiter promete: “Los ausonios conservarán la lengua y las costumbres de sus padres. El mismo que ahora tienen ése será su nombre. Los teucros mezclándose con ellos quedarán absorbidos por su raza. Añadiré las leyes y los ritos sagrados de los teucros y haré que todos sean latinos de una lengua. Surgirá de esta unión una raza mezclada con la sangre de Italia que verás aventaja a los hombres y aventaja a los dioses en piedad y no habrá pueblo alguno que le iguale en honrarte”. Juno queda contenta y se va. Júpiter envía a una de las Furias (2 de ellas estaban a los pies de su trono; Megera en el infierno) para que se presente ante Juturna y le sirva de agüero (Júpiter quiere separar a Juturna de su hermano). La Furia va y, en forma de lechuza (mal agüero), cruza por la cara de Turno y azota con sus alas su broquel (escudo). Juturna entiende el mal agüero y tras gritar un poco (se queja de su inmortalidad, porque no va a poder hacerle compañía a Turno) se marcha del campo de batalla (se hunde de cabeza en el río)
Eneas y Turno se enfrentan, finalmente. Turno se lanza al ataque pero se amedrenta ante el acoso de la lanza, vacila, y Eneas aprovecha la vacilación para arrojar la lanza, que hiere el muslo de Turno. Turno cae en tierra, y suplica a Eneas que se compadezca de la vejez de Dauno (padre de Turno) y lo envíe vivo, o que si lo mata, que devuelva el cuerpo a los suyos. Y concluye: “Lavinia es tuya. No lleves más lejos tu rencor”.
El ruego de Turno comenzaba a ablandar el ánimo de Eneas cuando vio en el hombro del caído el tahalí (cinto) de Palante, que Turno llevaba como trofeo. Entonces Eneas siente furia y dolor, dice “¿Y tú, vistiendo los despojos de aquel a quien yo amaba, te me vas a escapar de las manos? Es Palante, Palante el que con esta herida va a inmolarte y se venga en tu sangre de tu crimen”, y mata a Turno, cuya vida huye a lo hondo de las sombras. Punto final.