Para que las generaciones futuras no tengan que pasarse horas interrogando un texto, y así sean más estúpidas (o tengan más tiempo para dormir)

28/8/08

La gran comilona, o el suicidio gastronómico

Tortellini alla panna con funghi

Se la conoce como La Grande Bouffe. También, como La Grande Abbuffata. Dirigida por Marco Ferreri, esta película de 1973 fue considerada en su tiempo lo suficientemente escandalosa como para algunos abandonaran el cine indignados. Y también fue censurada, por supuesto. Tiene situaciones "cómicas" donde predomina lo escatológico, es cierto; hay, también, hechos absurdos, y pareciera predominar lo grotesco, pero todo eso no podría hacerla "vulgar". En realidad, más que mostrar, la película insinúa, juega con el espectador. Eso, la naturalidad con que surgen las situaciones y las actuaciones, así como la música y la ambientación en sí, la hacen una de esas películas que es mejor ver. Y como cosa extra que a mí me parece positiva, podría mencionar la ausencia de juicios morales que alteren la caracterización de los personajes. Más allá de lo satírico de la película, la interpretación final depende enteramente del espectador.
Básicamente, se trata de cuatro amigos que se juntan para comer hasta morir, porque como dice Michel (Piccoli), todo lo demás es un epifenómeno. Se instalan en la casa que Phillipe (Noiret) heredara de sus padres después de separarse cada uno de sus conocidos (la escena del principio del juez con su "niñera" está particularmente buena), se aprovisionan de comida, cocinan y comen. Luego contratan putas, e invitan a la maestra que será la única en permanecer hasta el final, con la misma insaciable tristeza. Y comen, siguen comiendo a pesar de que el cuerpo no resista, porque como dice Ugo (Tognazzi), "se tu non mangi, tu non puoi morire"*, y ese es el objetivo. Es como si el hedonismo consumista fuera el que, de una manera u otra, los mata a los cuatro, quienes a su vez hicieron del consumo su forma de vida, quizás para enfrentar el sin sentido de sus existencias, quizás como un retrato extremo de la sociedad que los rodeaba, superficial y de ritmo febril. Y de esa larga velada sin fin, el espectador que asiste impasible a la celebración mortuoria se queda con los chistes de sobremesa, con alguna que otra frase llamativa y con el malestar subsiguiente a la comilona, que es como un gusto agrio en la boca. La vida es el relleno, y la carne fría cuelga en el jardín.
En fin, vale la pena mirarla, y si no les gusta... qué se le va a hacer. Dejo la única versión de la canción que conseguí.



*Si no comes, no puedes morir.