Para que las generaciones futuras no tengan que pasarse horas interrogando un texto, y así sean más estúpidas (o tengan más tiempo para dormir)

27/4/09

"Continuidad de los parques" de Cortázar, en lexias

CONTINUIDAD DE LOS PARQUES DE CORTÁZAR DE ACUERDO AL MODELO DE ANÁLISIS TEXTUAL DE BARTHES


(1) CONTINUIDAD DE LOS PARQUES

a- El título podría presentar en el lector la idea de una disolución de los límites, una unión de lo múltiple, e incluso lo heterogéneo a partir del término “continuidad”, que puede tener tanto una connotación temporal como espacial. La ausencia de artículo “la” en el título apunta a enfatizar el desdibujamiento de las fronteras.

b- El parque como espacio urbano remite a la imagen de un lugar de recreación transitoria y relajamiento, un lugar de gratuidad y esparcimiento sin contacto con las responsabilidades cotidianas.


(2) Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca;

a- La ficción que es el cuento de Cortázar comienza siendo contada por un narrador omnisciente desde el punto de vista de un lector que comienza a leer una novela (una ficción dentro de la ficción). El comienzo se efectúa con un verbo en pretérito pluscuamperfecto del modo indicativo: in media res, con una acción iniciada en un pasado que, para el lector, es desconocido. Se continúa, en cambio, con verbos en pretérito perfecto. Esto contribuye a crear la sensación en el lector de que está ubicado en un tiempo medio de la narración. El final resignifica este juego temporal: la lexia responde al inicio, el medio y el final de la narración, los límites estrictos se desdibujan, como en el título.
b- Se destaca, en esta lexia y en el resto de la narración, la falta de especificaciones respecto del que se presenta al principio como protagonista: no tiene nombre ni está caracterizado rigurosamente. Esta presentación de un protagonista genérico en la actividad de la lectura apunta a que el lector pueda identificarse fácilmente con esta figura.
c- La lectura de un texto literario, en este caso una novela, es presentada desde la perspectiva del protagonista como una actividad que elabora un ámbito de gratuidad y esparcimiento de carácter transitorio: es postergable ante los negocios, que frente a la lectura tienen un carácter de “urgentes”. La lectura, a diferencia de los negocios, se encuentra en una situación de desconexión con las responsabilidades, y por ello se retoma como pasatiempo en los momentos libres que no pueden ser empleados de manera productiva, como es el tiempo que demanda el regreso en tren a la finca. Así, el protagonista lee para evadirse, sin comprometerse con la lectura.
d- La caracterización del personaje como propietario o inquilino de una finca implica, como código cultural, la ubicación del mismo en un ámbito socioeconómico encumbrado de cierta holgadez económica, posiblemente dada por los negocios a los que atiende y que constituyen sus “responsabilidades”.


(3) [...] se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes.

a- El texto se presenta, desde la perspectiva del personaje, como una trama y como algo pictórico en proceso de develado a cuyo desarrollo se asiste pasivamente: de acuerdo a la concepción del lector que propuso Cortázar, este personaje es un “lector hembra” que no participa activa y críticamente en la lectura, sino que se deja encantar por el dibujo presentado.


(4) Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espadas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos.

a- Nuevamente, se insiste en presentar a la lectura (desde la perspectiva del personaje) como apartada de las responsabilidades, como un topos de esparcimiento pasajero vinculado con el ocio y desconectado de la realidad: sólo después de atender al orden de los asuntos pertinentes a su negocio y a su vida el lector que presenta el cuento comienza la lectura. La ubicación en donde el lector realiza la lectura se vincula con la concepción que tiene el mismo de la ficción novelesca: él lee en “el estudio que miraba hacia el parque”, “de espadas a la puerta”, en un espacio de evasión, de huída de la realidad y de sí mismo.
b- Dada la escasa descriptividad de la narración en este primer párrafo, el señalamiento de las características del sillón (de terciopelo verde) actúa como un indicio para el lector del cuento que cobrará importancia en la construcción del final para establecer la continuidad entre el mundo ficcional y el real dentro de la narración.


(5) Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi enseguida.

a- La lectura del personaje es descripta como basada en un proceso memorístico donde lo considerado relevante son los nombres y la apariencia externa de los protagonistas de la novela. Nuevamente, el lector se describe con una actitud pasiva y contemplativa.
b- La novela es descripta como “ilusión”: una fantasía sin verdadera realidad, inofensiva.


(6) Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles.

a- Nuevamente, se plantea el goce que deviene del perderse a sí mismo en una lectura pasiva que no compromete a la figura del lector, sino que es vivida como una evasión.
b- La referencia de carácter temporal actúa como un indicio dentro de la narración que permitirá establecer la correspondencia o “continuidad” entre el mundo de la novela y el mundo del cuento.


(7) Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte.

a- Esta frase representa el final de la ficción que presenta el cuento de Cortázar, y el principio de la ficción (la novela) dentro de la ficción, en la cual las imágenes adquieren “color y movimiento”: la novela cobra vida propia. El lector presentado por el narrador del cuento es un simple testigo pasivo, un voyeur que observa sin intervenir, con aparente inmunidad. Su condición de voyeur, su pasiva aceptación de lo que ocurre en el texto, se verán reflejado a continuación por su desaparición en el marco de la descripción de la novela.


(8) La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

a- Tras la supresión, en las lexias anteriores, de la figura del personaje protagónico durante su proceso de lectura, y tras la descripción del encuentro de los amantes de la ficción dentro de la ficción, y el relato del plan que idearon para matar a una figura intermediaria en su pasión, el cuento de Cortázar termina con una secuencia descriptiva que implica la fusión entre ambos espacios ficcionales: los parques de la novela y los del cuento se funden en uno cuando los límites entre la ficción y la realidad del mundo propuesto por la narración se desdibujan: el sillón de terciopelo verde y la cabeza del hombre leyendo pasivamente remiten al protagonista del cuento que lee pasivamente, sin comprometerse en la tarea, sin sospechar que una ficción puede comprometer su vida. Nietzsche escribió en Más allá del bien y del mal: “Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.” La ficción-abismo, dentro de la novela, del cuento, comprometen a pesar de ser ficciones, son peligrosas para la figura del lector, lo “miran”, lo obligan a mirarse.
b- En tanto el cuento brinda posibilidades para que se efectúe la identificación entre la figura del lector de la novela y la del lector que posee el texto de Cortázar, el final abierto hace vacilar a quien lee el texto, le permite pensarse como el que va a ser sacrificado, y incita a repensar la propia actividad como lector y las vinculaciones entre ficción y realidad.